¿Cómo acompañar a una persona que sufrió abuso sexual?

Hay dos cuestiones que acompañan a la situación de abuso: la culpa y el silencio

Los abusos sexuales son frecuentes. Hoy salen cada vez más a la luz, por lo que muchas personas suelen consultar cuál es la mejor forma de acompañar a una pareja, amigo o amiga, familiar, etc., cuando nos relatan una situación de abuso sexual.

Esta nota es una sugerencia, y de ninguna forma sustituye la consulta profesional con el especialista. Haremos referencia a los supuestos casos en los que la víctima es una persona adulta que nos cuenta este episodio de su pasado.

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Hay dos cuestiones centrales que acompañan las situaciones de abuso y se retroalimentan: la culpa y el silencio. Es probable, que la persona que nos esté contando su experiencia, lo esté haciendo por primera vez, o por lo menos, que sea una de las primeras ocasiones.

Este primer relato de la víctima tiene un carácter experiencial. Algunas situaciones de abuso en sí no tiene secuelas traumáticas, pero puede agravarse si la persona a la que le cuenta, le hace sentir culpa, la juzga, se enoja o no le cree.

Lo anterior puede pasar con cualquier persona, ya sea familia, parejas, o profesionales implicados. Las reacciones de los otros construyen el evento traumático y es por eso que es importante saber cómo reaccionar para no empeorar las cosas.

Primero debemos entender y saber que el relato le permite a la víctima procesar aquello intolerable y el silencio, que suele instalarse en las situaciones de abuso, hace que la posibilidad de elaboración se vea dificultada. Es importante que la persona hable del tema como lo crea necesario. No debemos ofendernos o cuestionar, mucho menos juzgar,

Es fundamental colaborar en el proceso de desculpabilización. Cuando alguien nos hace un daño, sobre todo alguien cercano, es difícil entender el por qué. Es común que la víctima crea que hubo algo en ella, que motivó esa conducta abusiva. Lo primero es quitarle esa culpa. Reforzar el concepto de que la única responsabilidad la tiene la persona que lo hizo.

Hay que saber escuchar y reaccionar a lo que nos dicen. Ya que será común que empaticemos con la persona y lleguen los sentimientos de enojo, ira, angustia, ganas de hacer justicia, etc., pero el protagonismo debe ser de la persona que está contando y deben evitarse las reacciones desmedidas.

Lo que vamos a buscar es brindar contención, porque el dolor cuando es compartido es más liviano. Algunas palabras que pueden colaborar en este sentido son: “lo siento“, “comprendo tu dolor“, “estamos juntos“, “no estás solo/a“.

Debemos tener claro que la persona no busca quien la salve, sino que se busca contener. Lo importante es estar presente.

No debemos decirle lo que debe de hacer. Es más importante reforzar lo positivo de haberlo podido contar y estar disponibles para ayudar en lo que decida.

Por último, se debe indagar sobre los disparadores que evocan la vivencia traumática. Estas reacciones pueden desatar palpitaciones, vómitos, ansiedad, flashbacks, dificultad para dormir, etc.

En el caso del abuso sexual, sobre todo si se trata de nuestra pareja, es importante hacer esta pregunta porque la persona puede necesitar evitar ciertas posiciones o ciertas prácticas como le tapen los ojos, o la boca o ser tomada desde atrás.

Entre más síntomas presente la víctima de abuso sexual, más clara es la necesidad de ayuda profesional. Existen profesionales de salud mental especializados en el abordaje del trauma, como es el EMDR.

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Autor: I.S. con información de Infobae.

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