Es una de las emociones más presentes en los seres humanos, pero genera una desconexión del presente
En los tiempos inciertos y volátiles en los que vivimos, la ansiedad es una de las emociones que está presente en la mayoría de los seres humanos. Es una emoción normal que todos compartimos, hasta es necesaria, en pequeñas dosis, para poder vivir.
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Por lo general, aparece cuando nos encontramos frente a una situación nueva que nos produce estrés, como un nuevo trabajo, un examen, un viaje e incluso en situaciones agradables como conocer a una persona o el nacimiento de un hijo. La ansiedad es un exceso de futuro, que nos hace desconectar del presente.
Hay dos tipos de ansiedades:
Ansiedad de Estado
Un nivel generalizado de la ansiedad, a diferencia de una respuesta a una situación temporaria. Alguien que experimenta niveles de “estado“, vivirá como estresantes las situaciones que objetivamente no lo son. Algunos ejemplos podrían ser: quedarse sin internet, ir al trabajo todos los días o la espera del turno con el doctor.
Ansiedad de momento
Puede llegar a ser temporaria, por ejemplo: disfrutarás de tu trabajo, pero el hecho de que hoy tengas una presentación frente a tus compañeros puede ponerte extremadamente ansioso.
¿Qué nos dice de nosotros mismos?
Nos indica dos cosas frente a una situación: primero “que hay una mínima posibilidad de que te puede ir bien”, pero también nos advierte y nos “cuida del fracaso” gritándonos “¡existe una gran posibilidad que nos pueda ir mal!” y esto hace que nos pre-ocupemos.
Por lo tanto, al ser una prima lejana del miedo, la ansiedad nos preocupa, nos advierte, y nos hace crear escenarios futuros inexistentes.
Esto nos lleva a accionar pero no a disfrutar. Quiere que el proceso pase lo más rápido posible sin vivirlo o disfrutarlo.
Tips para controlar la ansiedad
Mantén tu mente ocupada: Estar ocupados alivia nuestra ansiedad. Las prioridades le restan fuerza a las preocupaciones que, en ocasiones, no son tan importantes como creemos.
Pensar creativo: Invertimos esto en soluciones y no en preocupaciones. Siempre es posible encontrar, al menos, cuatro o cinco salidas a una dificultad.
Resolver o disolver: Puedes verlo desde el ejemplo de la sal en el agua. Si hay mucha sal en el agua, esta será amarga al beber. Sin embargo, si tengo la misma cantidad de sal, pero la vierto en un lago o un recipiente aún más grande, el agua será fresca. Esto nos indica que por más problemas o situaciones que tengamos de frente nos quieran llegar a amargar, siempre habrá espacio para que estos se disuelvan o se puedan resolver.
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Autor: I.S. con información de Ricardo Melo en Infobae