El estado uruguayo fabrica whisky. También ron, vodka y coñac. Muchos ven esto como una excentricidad y un derroche, pero el presidente José Mujica encuentra en esta rara experiencia un modelo a seguir cuando se apresta a regular el mercado de la marihuana.
La Cámara de Diputados de Uruguay ya aprobó la ley que hará de Uruguay el primer estado en hacerse cargo de un mercado legal de cannabis. Resta sólo el voto del Senado, previsto para fines de septiembre.
La ley le otorgará al estado uruguayo el “control y la regulación” de la importación, producción, adquisición, almacenamiento, comercialización y distribución de la marihuana. Un organismo estatal emitirá licencias a los productores y controlará la distribución y venta en farmacias. No se podrá comprar más de 40 gramos al mes. Estará habilitado el cultivo domiciliario de hasta seis plantas para consumo personal, pero quien lo haga deberá registrarse en una oficina estatal y no podrá cosechar más de 480 gramos al año.
El proyecto ha generado una intensa polémica y en la Cámara de Diputados fue aprobado por una mayoría de apenas un voto, que además, se consiguió a último momento, pero el presidente Mujica ha intentado tranquilizar a la ciudadanía recordando una y otra vez que el estado uruguayo ya tiene experiencia en controlar el mercado de una sustancia adictiva: el alcohol.
Mujica se refiere a que el estado uruguayo decidió a principios del siglo XX monopolizar la destilación de alcohol, una medida que años después terminó con la instalación de una fábrica estatal que hasta hoy produce whisky.
La historia del whisky oficial uruguayo comenzó a principios del siglo XX, cuando el presidente era José Batlle y Ordóñez, pionero en aplicar políticas sociales y líder del Partido Colorado.
“Don José Batlle y Ordoñez tenía coraje”, recordó Mujica en reciente audición radial. “El estado agarró y asumió el monopolio del alcohol, porque no podía parar el chupe (consumo de alcohol) y dijo por lo menos no envenenar a la gente, que el chupe sea bueno”.
La esposa de Mujica, Lucía Topolansky, senadora de la gobernante coalición izquierdista Frente Amplio, explicó la similitud entre lo que Uruguay hizo con el alcohol casi un siglo atrás y lo que pretende hoy con la marihuana.
“Es un antecedente que nos sirve de ejemplo,” dijo Topolansky a The Associated Press en su pequeña oficina del Senado, bajo la mirada de los retratos de José Artigas, el prócer uruguayo, Carlos Gardel y el Che Guevara. “En aquella época se producía alcohol de madera y otros muy nocivos. Entonces el gobierno dijo: ‘La gente va a seguir tomando alcohol, pero tenemos que ofrecer un producto de calidad, que no traiga otros perjuicios adicionales’. Y el estado se hizo cargo de la producción”.
Para el gobierno uruguayo es hora de hacer algo similar con la marihuana.
“El consumo está habilitado en Uruguay, pero no la venta”, dijo Topolansky. “Entonces quienes consumen marihuana van a las bocas de distribución, donde la venden mezclada con sustancias más adictivas, o les venden cualquier cosa. Un mundo clandestino al que no podemos acceder. El estado tiene que regular este mercado, como hizo antes con el alcohol”.
Los voceros del gobierno han señalado que la intención es bajar el consumo de la marihuana. Julio Calzada, secretario de Junta Nacional de Drogas, confía en que otra ley enviada al Parlamento para regular la comercialización de alcohol ayudará en ese objetivo. Porque los estudios de la Junta muestran que muchos adolescentes comienzan bebiendo alcohol y luego pasan a fumar cannabis.
Esta nueva ley prohibirá las promociones al estilo happy hour y la venta nocturna de bebidas espirituosas fuera de bares y restaurantes, entre otras medidas. Calzada explicó a la AP que seis de cada diez estudiantes uruguayos beben cantidades peligrosas de alcohol, una estadística que tiende a empeorar. En 2006 uno de cada cuatro había padecido una intoxicación grave. En 2012, uno de cada tres.
Sin embargo, Calzada no culpa a la fábrica estatal de whisky por los problemas de alcoholismo que tiene Uruguay. Cree, por el contrario, que tiene el mérito de haber conseguido borrar la producción clandestina. “El estado logró eliminar a los que usaban alcohol de madera y envenenaban a la gente, como destacó el presidente Mujica. Hoy tenemos que actuar con la marihuana porque al que compra le pasa lo mismo que al que compraba alcohol en 1930: no sabe lo que está comprando”.