La decisión de Crimea provocó las sanciones más duras de Occidente contra Rusia desde la Guerra Fría, con Estados Unidos y la Unión Europea congelando cuentas y prohibiendo viajes, mientras el presidente Barack Obama prometió “incrementar el costo” si el Kremlin no retrocede.
La agitación política de Ucrania se ha convertido en la crisis de seguridad más grave en años en Europa, mientras las tensiones aumentan desde que las tropas rusas tomaron el control de Crimea, que decidió el domingo en un referendo buscar su anexión a Rusia. Putin firmó un decreto reconociendo la independencia de Crimea, y un gran número de soldados rusos se encuentra apostado cerca de la frontera con el este rusoparlante de Ucrania.
El presidente interino de Ucrania elevó las tensiones sobre el terreno al convocar a 20.000 reservistas militares y voluntarios de todo el país y movilizó a otros 20.000 de la recién formada guardia nacional.
En Simferópol, capital de Crimea, rusos étnicos aplaudieron el referendo del domingo que pide la secesión de Ucrania y la anexión a Rusia. Hombres enmascarados en vehículos blindados impidieron el acceso a la mayoría de periodistas a la sesión legislativa donde se declaró la independencia. En lo demás, la ciudad parece funcionar con normalidad.
Crimea convocó apresuradamente al referendo después de que la crisis política en Ucrania se profundizó el mes pasado y provocó la expulsión del presidente Viktor Yanukovich tras meses de protestas y derramamiento de sangre esporádico.
Ucrania, Estados Unidos y la Unión Europea desconocen el referendo porque consideran que viola las leyes ucranianas e internacionales. Sin embargo, Moscú lo considera legítimo y el presidente ruso planea dar un discurso el martes ante ambas cámaras del Parlamento sobre la situación en Crimea.