“Hay maniobras por parte del gobierno de Estados Unidos en conchupancia (contubernio) con un gobierno lacayo, de un presidente que ya en los próximos meses se va, de derecha, que no es digno de su pueblo, que ha estado actuando activamente contra Venezuela. Se trata del presidente de Panamá” Ricardo Martinelli, afirmó Maduro, visiblemente molesto durante un discurso con motivo del primer aniversario de la muerte de su predecesor y mentor, el presidente Hugo Chávez.
“He decidido frente a la conspiración abierta del canciller panameño… romper relaciones políticas y diplomáticas y congelar todas las relaciones comerciales con el actual gobierno de Panamá desde este momento, en defensa de la soberanía de la patria”, exclamó el gobernante. Poco después el mandatario panameño escribió en la red social Twitter: “Sorprende decisión del Gobierno de Venezuela. Panamá solo anhela que ese hermano país encuentre la paz y fortalezca su democracia”.
En un comunicado emitido más tarde, la cancillería panameña expresó su “asombro” por la decisión y rechazó las acusaciones de injerencia en los asuntos internos de Venezuela. “Rechazamos que la iniciativa panameña constituya una injerencia en los asuntos venezolanos”, indicó la cancillería, al tiempo que destacó que su propuesta tiene el “único fin que coadyuvar a acercar a los diferentes actores en ese país hermano, para fortalecer la democracia y los derechos humanos; no entendemos los temores del gobierno venezolano”.
“Rechazamos como inaceptables las ofensas proferidas por el presidente Nicolás Maduro en contra de nuestro país y su más alta autoridad. El lenguaje soez utilizado es impropio del presidente de un hermano país”, señaló el escrito. “La medida anunciada por el Gobierno del presidente Nicolás Maduro y el lenguaje utilizado para ello, no deben constituirse una cortina de humo que pretende negar su propia realidad”.
El anuncio se produjo horas después que de Maduro advirtiera que no acepta una intervención en su país de un organismo multilateral y después de que Panamá solicitó la semana pasada que se convocara a una sesión extraordinaria de la Organización de los Estados Americanos para analizar la situación venezolana. La sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA se realizará finalmente el jueves.
“Que no se equivoquen. La OEA déjenla por allá donde está, en Washington. Se ve bien bonita allá, bien lejos de nosotros… Fuera la OEA de acá por ahora y para siempre”, afirmó el miércoles Maduro durante el acto oficial.
Universitarios y opositores, esencialmente de clase media, han protagonizado protestas callejeras desde el mes pasado en Caracas y otras ciudades del interior del país contra la galopante inflación, el desabastecimiento de bienes básicos y la creciente criminalidad. Las manifestaciones han dejado hasta el momento 18 fallecidos y más de 260 heridos.
Maduro sostiene que las protestas son parte de un plan de la oposición para promover un golpe de Estado. Esta es la primera crisis que enfrenta el mandatario, de 51 años, desde que asumió el gobierno en abril de 2013 luego de la muerte de Chávez. “Hoy se ha lanzado una arremetida internacional, desde su inicio se está tratando de justificar y preparar las condiciones para una intervención imperialista extranjera en la vida política y social de Venezuela”, afirmó.
En Washington, el secretario general de la OEA José Miguel Insulza declaró que espera que el Consejo Permanente de la organización emita un comunicado con un llamado al diálogo en Venezuela, pero puso en duda que decida convocar a los cancilleres del continente para una sesión extraordinaria porque considera que en el país sudamericano no ha ocurrido una ruptura del hilo democrático.
Al pronunciar una conferencia en el Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos, Insulza dijo que “no hay razón alguna para aplicar los instrumentos de la OEA sobre la ruptura del hilo democrático”. Pronosticó que en la reunión del Consejo que se celebrará el jueves “tal vez algunos propongan enviar una misión, pero Venezuela necesita aceptarla”. Admitió que su capacidad para actuar está limitada por la voluntad de los gobiernos que forman la organización: “La OEA será o hará lo que sus Estados miembros quieren que sea o haga”.
De enviar una misión, la única meta sería la facilitación de un diálogo político que halle soluciones a los problemas de los venezolanos, explicó Insulza. “No sería un diálogo para un cambio de gobierno. La OEA no está involucrada en cambios de gobierno, excepto cuando todos los Estados miembros califican a un régimen como ilegítimo. Y nadie en la OEA llama ilegítimo al gobierno venezolano”. La OEA usualmente adopta decisiones mediante consenso, pero también podría hacerlo si se consigue una votación a favor de 18 Estados miembros.
Manifestantes en Venezuela le piden a la OEA que active la Carta Democrática Interamericana, que contempla la suspensión de aquellos países donde se haya interrumpido el orden constitucional. Las violentas protestas registradas en la capital venezolana y otras ciudades de ese país han dejado casi dos decenas de muertos durante las últimas cuatro semanas.