Tras el enfrentamiento entre la policía y supuestos sicarios suscitado el viernes último en Michoacán, una nueva versión de los hechos pone en duda lo ocurrido en el Rancho del Sol, ubicado cerca del municipio de Ecuanduero.
Familiares de algunos de los muertos en el tiroteo dijeron a The Associated Press que luego de ver en la morgue cómo quedaron los cuerpos de sus hermanos, esposos o hijos, no creen en la versión oficial de los hechos.
Las autoridades mexicanas rechazaron el lunes los cuestionamientos de los parientes acerca del balance desigual de un tiroteo en el que murieron 42 sospechosos y un policía federal.
Las autoridades dicen que los pandilleros abrieron fuego sobre la policía, desatando el enfrentamiento más mortífero de los últimos tiempos. La mayoría de las víctimas procedían del vecino estado de Jalisco, donde tiene su sede el poderoso cartel Jalisco Nueva Generación, al que se atribuyen la muerte de 15 policías estatales en una emboscada en abril y el derribamiento el 1 de mayo de un helicóptero militar mediante un lanzacohetes.
Según el comisionado nacional de seguridad, Monte Alejandro Rubido, los análisis de los cadáveres revelaron que les habían disparado desde “una distancia significativa… de decenas de metros” y descartó que hubiese disparos a quemarropa.
Sin embargo, la cifra mínima de bajas federales, junto con algunas fotografías que muestran entre otras cosas que algunos cuerpos habrían sido movidos de lugar, ha provocado dudas sobre la veracidad de la versión oficial.
El 30 de junio, en el Estado de México, ocurrió un caso similar cuando el ejército dijo que en un supuesto enfrentamiento habían muerto 22 presuntos delincuentes y solo un soldado había quedado herido. Una investigación de la AP reveló que varios de los sospechosos fueron ejecutados después de que se rindieron en una bodega de la municipalidad de Tlatlaya.
Las autoridades negaron que el tiroteo fuera similar al de Tlatlaya, por el que están acusados siete soldados.