El gobierno emitió una alerta sanitaria de tres meses para las regiones afectadas. La medida garantiza a funcionarios más recursos para evitar la propagación de enfermedades infecciosas al afrontar la basura, agua contaminada y pescados podridos en ciudades portuarias.
“”No va a haber ningún problema de abastecimiento de combustible en ninguna de las regiones afectadas por el terremoto y se está restableciendo el servicio de agua potable. Ha alcanzado un puntaje relativamente alto, pero todavía nos resta por avanzar para que todas las ciudades puedan contar con estos servicios”, dijo a reporteros el vocero presidencial Álvaro Elizalde en la capital, Santiago, después de que la presidenta Michelle Bachelet y su gabinete se reunieron para discutir la emergencia.
Aún falta por recuperar los servicios de agua, electricidad y otros básicos en Alto Hospicio, una zona pobre en las colinas sobre Iquique que fue una de las más afectadas por el movimiento tectónico, el que mató seis personas. Aproximadamente 2.600 casas resultaron dañadas ahí y la carretera principal que la conecta con Iquique se encuentra bloqueada por escombros luego de aludes masivos.
“Con el (sismo) de ayer se cayeron más ladrillos y quedé con mi vecina mirando para el otro lado. Se ve y la otra pared tiene grietas gruesas por fuera”, comentó Aide Reyes, de 60 años, quien ha estado durmiendo en una tienda de campaña en un campamento improvisado a las afueras de Alto Hospicio con sus hijos y su nieto de un mes. Le falta pagar nueve cuotas de su departamento, de 20.000 pesos, porque fueron rebajados en el anterior gobierno de Bachelet. Antes pagaba poco más de 100.000 pesos
Sus vecinos compartieron con ella cazuelas para cocinar y la poca comida que tenían. “No tenemos agua desde el primer terremoto; no tenemos luz, estamos comprando el pan al frente (en un pequeño negocio) a 3.000 pesos (el triple), un bidón de agua cuesta 7.000. Hemos estado aportando para poder comprar y preparar por grupos”, afirmó Reyes. “”No hay pan, hemos estado comprando harina para hacer sopaipillas (masas redondas que se fríen)”.
En Iquique, una ciudad portuaria de aproximadamente 200.000 habitantes, pescadores a escala pequeña continuaban recuperando lo poco que quedó de las embarcaciones dañadas por el oleaje ocasionado por el sismo y solicitaron ayuda al gobierno.
Soldados vigilaban supermercados y gasolineras para prevenir pillaje, mientras mucha gente continuaba formada el viernes para conseguir gasolina, agua y comida. La ciudad permanece mayormente en paz y no se ha reportado daños mayores o pérdidas humanas por las continuas réplicas que han sacudido a los chilenos en el norte de la nación, quienes no han podido dormir por el temor.
Las escuelas siguen cerradas y los hospitales sólo están atendiendo emergencias. Cerca de una decena de bebés han nacido en campamentos improvisados atendidos por médicos y comadronas desde el terremoto mayor.