México, 29 Sep (Notimex).- Aunque el escritor colombiano Andrés Caicedo tuvo una existencia breve, su producción literaria es considerada una de las más originales de su natal Colombia, donde lo mismo escribió literatura, teatro y cine, que reflexionó sobre el arte de la escritura.
Caicedo nació en Cali, el 29 de septiembre de 1951 y murió allí mismo en marzo de 1977, cuando apenas tenía 25 años, no obstante ya encabezaba diversos movimientos culturales locales, como el grupo literario Dialogantes, el Cineclub de Cali y la revista Ojo al Cine.
Datos difundidos por al Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango destacan su intenso estilo de vida y el hecho de que fuera uno de los pocos genios que hizo lo que predicó. Hizo cine y escribió cine, hizo teatro y escribió teatro; escribió cuentos y una novela y reflexionó sobre el arte de escribir.
Según los registros disponibles, la obra de Caicedo comenzó a los 10 años aunque sus primeras piezas dramáticas: “La piel del otro héroe” y “Recibiendo al nuevo alumno”, se conocerían hasta finales de los años 60.
Al mismo tiempo montaba piezas como “La noche de los asesinos”, de José Triana y “Las sillas”, de Eugenio Ionesco; también adaptó al teatro “Moby Dick”, la novela de Hermann Melville.
También comenzaba a ver publicados sus primeros cuentos en suplementos dominicales de los periódicos de Cali.
Adicto al cine, Andrés Caicedo fundó y dirigió, al lado de Ramiro Arbeláez, Hernando Guerrero y Luis Ospina, entre otros, el Cine-Club de Cali, que funcionaba los sábados pasado el mediodía.
En 1972 intentó llevar al cine su guión Angelita y Miguel Ángel, en codirección con Carlos Mayolo, pero fue un intento frustrado.
Luego escribió artículos para El Diario de Occidente y El Pueblo, de Cali, y más adelante comenzó a publicar la revista Ojo al Cine, que en 1974 se convirtió en la revista especializada más importante del país, aunque sólo llegó a editar cinco números de ella.
Sus diarios revelan una insólita disciplina para todos sus proyectos, comenzando desde muy temprana edad.
Sus lecturas están todas consignadas en un folder considerablemente voluminoso, donde da cuenta de cada libro leído con un comentario de más o menos una cuartilla de extensión, sobre el texto.
En dichas notas se puede ver casi que un plan de lecturas impuesto por sí mismo desde sus 11 o 12 años, como si de antemano supiera que debía llenar todos los baches en su cultura tan rápido como fuera posible, según cuentan sus colegas Sandro Romero y Luis Ospina.
Se sabe que en 1974 viajó a Estados Unidos con cuatro guiones de largometraje escritos por él y dispuesto a vendérselos a Roger Corman, director que admiraba profundamente; sin embargo, aunque traducidos por su hermana, los guiones nunca llegaron a manos de Corman.
Ya en la Unión americana, cuentan, Caicedo se dedicó a ver cine, comenzó a escribir la única novela que terminó: “Que viva la música!”, inició un diario que pretendía convertir en novela (Pronto: “Memorias de una cinesífilis”), y profundizó su afición por la música (blues y rock, especialmente los Rolling Stones).
En 1975 regresó a Colombia y con el patrocinio de su madre, publicó el relato “El atravesado”. Siguió escribiendo compulsivamente y entregó a Colcultura la versión final de “Que viva la música!” para su publicación. Alcanzó a recibir un ejemplar de la novela, antes de suicidarse la tarde del 4 de marzo de 1977.
“Que viva la música!” se convirtió en un éxito y en símbolo del sentimiento de los jóvenes; la novela fue reeditada y apareció publicada incluso en Italia.
Para dar a conocer su producción inédita, que se estimó abarcaba decenas de cuentos, varias novelas, obras de teatro, adaptaciones para el cine; guiones de largometrajes, reflexiones y numerosa correspondencia, su familia creó una fundación que la ha dado a conocer, concluye el documento consultado.