PARÍS (AP) Durante ocho de los últimos 10 años, mi marido y yo hemos viajado de Nueva York a Francia para disfrutar de una escapada de cinco días a fines de noviembre. Teníamos los planes preparados este año mucho antes de los ataques terroristas del 13 de noviembre en París y realmente no consideramos cambiarlos, pero mi madre esperaba que lo hiciéramos. Hablando con ella antes de partir, le aseguramos que tomaríamos toda precaución.
“Bueno, supongo que saben lo que hacen”, dijo finalmente y agregó: “¿Tienen el testamento al día? ¿Y dónde lo tienen?”
He aquí algunas impresiones sobre nuestra visita.
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MIÉRCOLES
Finalmente aterrizamos en el aeropuerto Charles de Gaulle de París después que nuestro vuelo del JFK a las 5.55 pm fue cancelado y nos pusieron en un vuelo de las 7.20 pm. Dado que hacemos este viaje casi siempre alrededor del Día de Acción de Gracias, notamos que las puertas de embarque del sector internacional parecían mucho más tranquilas que de costumbre. Otro vuelo de las 4.30 pm a París en nuestra aerolínea también fue cancelado. Después que todos los pasajeros fueron reubicados sin problemas, supusimos que no era por cuestión de seguridad sino para consolidar vuelos con pocos pasajeros.
Por lo demás todo parecía ordinario: la seguridad en el JFK parecía todavía menos aparente y más amistosa que nunca y al llegar al de Gaulle tampoco vimos seguridad adicional. Pasamos por el control de pasaportes y aduanas y trepamos al TGV (tren de alta velocidad). El conductor llegó para controlar los boletos y ni siquiera pidió identificación.
Después de llegar a Saint-Malo, en Bretaña, para un día de descanso, dimos un paseo reconfortante. Una parada para un café muestra algo impensable en Estados Unidos: un cenicero en cada mesa.
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JUEVES
La pregunta principal que nos hicieron familiares y amigos fue qué comimos en Francia el Día de Acción de Gracias. Este año fueron ostras crudas en la costa bretona y bacalao fresco embebido en una salsa de mantequilla de estragón y de postre, queso. Mucho queso.
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VIERNES
El monasterio del monte Saint-Michel en Normandía es la tercera atracción turística de Francia (después de París y Versailles). Hoy luce apacible. Nuestra guía francesa dice que, aunque suele estar tranquilo después del 11 de noviembre (el Día del Armisticio en Europa), ha estado más solitario que nunca debido a los ataques. Agregó que, por lo general, en la etapa baja de turismo suelen llegar todos los días autobuses llenos de turistas japoneses o coreanos, pero que se redujeron a apenas dos o tres por día, con muy pocos turistas de otras procedencias aparte de los jubilados franceses. En el monte se han apostado 12 gendarmes más.
Vemos a otra pareja estadounidense (procedentes de Santa Bárbara, California, en luna de miel) y dos jóvenes australianos que vienen a visitar a un amigo estudiante francés, pero eso es todo.
No hay ningún indicio de temor. Es un momento ideal para visitar Francia, sin multitudes. Mañana iremos a París y ya he recibido un alerta de viaje (me suscribí a los alertas STEP del Departamento de Estado) sobre cierres de tráfico y seguridad adicional en París debido a una conferencia sobre el clima.
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SÁBADO
Camino a París desde Saint-Malo, nos detenemos en Rennes para cambiar de tren. Es una ciudad universitaria con un mercado sabatino popular, exactamente el tipo de lugares atestados de los que nos advierten los mensajes del Departamento de Estado, pero como chef privada, no puedo resistirme. La Place des Lices, rodeada por casas con armazón de madera, está llena de compradores que revisan vegetales, quesos, carne, pescado, sidra, jamón, miel y pan. Puede que sea el mejor mercado que he visto jamás en Francia (lo que significa en todo el mundo). Vemos un policía local que aguarda displicente en una fila para comprarse su almuerzo.
Una desventaja de visitar Francia en esta época del año es que los días son más cortos. Nuestro tren entra en la Estación de Montparnesse en París apenas pasadas las 4 pm y la Ciudad de las Luces está casi a oscuras. Aunque la estación está llena de gente, solo vemos tres gendarmes armados y protegidos por chalecos antibalas. Parece menos vigilada que la terminar Grand Central de Nueva York, donde se ven soldados de la Guardia Nacional con chalecos blindados desde los ataques terroristas del 2001.
En las afueras, las calles de París están bien transitadas, pero en nuestro hotel y en el restaurante donde cenamos nos enteramos de las muchas cancelaciones desde el 13 de noviembre. La economía francesa se ha visto conmovida. Un informe dijo que las tasas de ocupación hotelera han bajado más del 30% respecto de un año antes.
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DOMINGO
Nos levantamos y salimos temprano, todavía oscuro, en previsión del tráfico al aeropuerto (hay poco). Rumbo al norte de París, la carretera pasa junto al estadio que fue atacado. Parece… normal.
Me acuerdo de nuestra última caminata a lo largo del Sena, cuando nos detuvimos frente a la Catedral de Notre-Dame, sólida como lo ha estado durante casi 800 años, acogedora, bañada de luces. ¿Cuánta agitación han presenciado estas piedras?
Evoco un dicho en francés: Plus ca change, plus c’est la meme chose: Mientras más cambian las cosas, más permanecen iguales.