Paul Ciancia, de 23 años, continuaba hospitalizado después de que la policía lo hiriera de cuatro disparos, tanto en la boca como en una pierna, antes de que lo arrestaran. El FBI dijo que Ciancia estaba inconsciente y no había logrado entrevistarlo.
En tiroteo que escenificó el joven armado también resultaron heridas cinco personas, entre estas dos agentes federales de seguridad. El fallecido fue el agente de seguridad Gerardo I. Hernández, de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA, por sus siglas en inglés). Ciancia también fue acusado de perpetrar violencia en un aeropuerto internacional.
El joven tenía una nota escrita en la que decía que deseaba matar cuando menos un agente de la TSA sin importarle quién, dijeron las autoridades. El fiscal federal Andre Birotte Jr. dijo que Ciancia ingresó a pasos largos en la Terminal 3, sacó el fusil de una bolsa y comenzó a disparar repetidamente a bocajarro contra un agente de la TSA que verificada identificaciones.
Después de balear al agente y subir por una escalera eléctrica, el joven volteó la vista, advirtió que el oficial se movía y regresó para rematarlo a tiros, de acuerdo con la revisión que hizo el FBI del video de una de las cámaras de vigilancia. Ciancia después abrió fuego al menos contra otros dos empleados de la TSA y un pasajero de algún vuelo; estas personas resultaron heridas. La policía del aeropuerto capturó al joven después de que lo hiriera de bala.
Se desconoce por qué Ciancia atacó a la TSA, pero en la nota encontrada en su bolsa él decía que había “hecho la decisión consciente de que intentaría matar” a varios empleados de la agencia y que quería atemorizarlos, dijo el agente especial del FBI a cargo, David L. Bowdich.
Según el FBI, sus agentes no encontraron evidencia de delitos anteriores del joven o de que éste hubiera tenido alguna confrontación con la TSA. Agregó que Ciancia nunca había solicitado un empleo a la TSA. La TSA tenía previsto revisar sus políticas de seguridad debido a la balacera. El administrador de la TSA, John Pistole, no precisó si esa revisión implicaría armar a los agentes.
La terminal 3, donde ocurrió el viernes el ataque a tiros, fue reabierta el sábado en la tarde. Las autoridades creen que alguien dejó en algún vehículo a Ciancia en el aeropuerto; los agentes revisan los videos de las cámaras de vigilancia y demás evidencia para armar la secuencia de los acontecimientos.
Ciancia, que recibió cuatro disparos de la policía del aeropuerto, continuaba el sábado en un hospital, pero se desconocía cuál era su estado de salud. Sufrió heridas en la boca y una pierna, dijeron las autoridades. El viernes, el padre de Ciancia llamó a la policía en Nueva Jersey, preocupado por su hijo en Los Angeles. El joven había enviado mensajes de texto a su familia en los que dejaba entrever que podría estar en problemas.
La llamada llegó demasiado tarde. Hacía 10 minutos que Paul Ciancia había ingresado en el aeropuerto, sacado su rifle y comenzado a disparar. En un cacheo que hizo la policía en el lugar, Ciancia tenía cinco cargadores de 30 cartuchos cada uno, y en la bolsa traía “cientos de cartuchos en cajas de 20 unidades cada una”, dijo el funcionario policial.
Hernández, de 39 años, es el primer agente en los 12 años de existencia de la TSA que cae muerto en el cumplimiento del deber. Debido al ataque a tiros en el tercer aeropuerto de mayor tránsito aéreo en el país, fueron demorados o cancelados cientos de vuelos a nivel nacional.
Leon Sryan acababa de pasar por el puesto de seguridad cuando escuchó los disparos. Huyó y busco refugio en un rincón, pero se le acercó el agresor. “Me miró y preguntó si yo pertenecía al TSA. Moví negativamente la cabeza y continuó su marcha hacia la puerta. Llevaba su arma lista pero por gracia de Dios estoy vivo para contarlo”, agregó.
La viuda del agente Hernández, Ana, dijo el sábado que su esposo había llegado a los 15 años a Estados Unidos procedente de El Salvador. La pareja, que se había casado el Día de San Valentín en 1998, tenía dos hijos. Ana Hernández hizo sus declaraciones afuera de la casa donde vivía con su esposo en el norte del centro de Los Angeles.
Amigos y vecinos recordaron a Hernández como un padre complaciente y un buen vecino que había ido casa por casa para avisar a los vecinos que tuvieran precaución luego de que su vivienda en el área de Porter Ranch de Los Angeles fuera robada. Pocos detalles han surgido sobre Ciancia, descrito como una persona callada y solitaria.
Sus ex compañeros de clase apenas lo recuerdan e incluso un compañero reciente de cuarto pudo decir poco sobre el joven, que se había mudado de Nueva Jersey a Los Angeles hacía menos de dos años. “Era muy callado y almorzaba solo”, dijo el ex compañero de clase David Hamilton al periódico Los Angeles Times. “En verdad no recuerdo a alguna persona que fuera cercana a él… En cuatro años, nunca escuché que dijera una sola palabra”, apuntó.