“El presidente que hace semanas anunció un programa para jóvenes estudiantes indocumentados, puede anunciar más programas similares, se indicó en un artículo de opinión. La colaboración fue firmada por Nelson Peacock, vicepresidente de Cornerstone sobre Asuntos Gubernamentales en Washington y fue secretario adjunto para asuntos legislativos del Departamento de Seguridad Nacional.
“El presidente debe ampliar el programa a otras categorías a favor de inmigrantes con muchos años de radicar aquí o que en su familia tengan miembros que sean ciudadanos estadounidenses”, sugirió. “Con estas acciones el presidente estaría abriendo el libro de las jugadas y forzaría al Congreso a resolver de una vez por todas el asunto de la reforma migratoria”, consideró.
Apuntó que estos programas al igual que el de Accion Diferida que otorgó acceso al trabajo a los jóvenes serán financiados con cargos de honorarios de los propios inmigrantes y no al Estado. Este programa, dirigido a los llamados Dreamers, provocó una ola de entusiasmo en la comunidad latina. Casi 520 mil personas han recibido ayuda bajo este programa desde que se anunció.
El Senado ha aprobado un proyecto de ley bipartidista y la Cámara de Representantes está trabajando en la reforma aunque haya resistencia al interior de los republicanos, señaló. Las cuestiones clave son la seguridad fronteriza y una vía legal a la ciudadanía para los aproximadamente 11 millones que están aquí ilegalmente, resumió.
Las razones políticas de la Casa Blanca de negociar un acuerdo son muchas. Una encuesta reciente de Gallup mostró que 87 por ciento de los estadounidenses apoya una reforma integral que incluya un camino a la ciudadanía.
Por otra parte, un número creciente de votantes latinos en estados clave resultó en cifras históricas para Barack Obama en las pasadas elecciones, lo que sugiere que, en el largo plazo, los republicanos tienen que hacer frente a esta situación o seguir perdiendo votos. Sin embargo, el presidente John A. Boehner, el hombre clave de los republicanos en la Cámara, no tiene el lujo de operar en el largo plazo.
El bloque conservador de republicanos de la Cámara está cavando en contra de la reforma que incluya una vía a la ciudadanía, y el otoño promete ser una “pelea a muerte” con demócratas.
Independientemente de lo que Boehner y los presidentes de comisiones decidan sobre los millones de inmigrantes no autorizados en Estados Unidos, ahora es casi seguro que quedarse será caro y requiere mucho tiempo para deportarlos. El sistema de control de la inmigración se financia actualmente para deportar a unos 400 mil inmigrantes al año, financiamiento que es poco probable que aumente en tiempos presupuestarios difíciles.
Tal vez el presidente puede forzar negociaciones recordando a críticos que, en ausencia de una verdadera reforma, un presidente, cualquiera sea su signo político, todavía tiene que gobernar.
Si el presidente actúa con valentía, él podría ser capaz de arrancar un proyecto de ley al Congreso que podría establecer su legado y, sobre todo, asegurar los verdaderos cambios en las políticas de inmigración que necesita este país, finalizó.