Christopher Wilkins, de 48 años de edad, fue declarado muerto a las 6:29 p.m., trece minutos después de recibir una inyección letal de pentobarbital.
Antes de que se le suministrara el fármaco, les dijo en dos ocasiones “lo lamento” a dos familiares de una de sus víctimas, mientras lo veían a través de una ventana. No pronunció una declaración final.
Durante su juicio de 2008, Wikins había explicado al jurado el motivo por el que mató a sus amigos en Fort Worth tres años atrás, al tiempo que afirmó que no le importaba si lo sentenciaban a muerte.
Wilkins fue liberado de prisión en 2005 luego de cumplir una condena por un cargo federal de posesión de armas. Condujo un camión robado hasta Fort Worth, donde se hizo amigo de Willie Freeman, de 40 años, y de Mike Silva, de 33.
Registros judiciales muestran que Freeman y su proveedor de drogas, quien no fue identificado, engañaron a Wilkins a que pagara 20 dólares por un pedazo de grava, haciéndole creer que era cocaína crack.
Wilkins dijo que le disparó a Freeman el 28 de octubre de 2005 luego de que se riera de la treta, y después mató a Silva porque estaba en el lugar. Se encontraron las huellas dactilares de Freeman en la camioneta deportiva chocada de Silva, así como un pentagrama que coincidía con uno de los numerosos tatuajes de Wilkins y que había sido tallado en el capó del vehículo.
Wilkins también testificó que el día previo a los asesinatos había baleado a muerte a otro sujeto, Gilbert Vallejo, de 47 años, afuera de un bar de Fort Worth debido a una disputa originada por el uso de un teléfono público, y alrededor de una semana después utilizó un vehículo robado para intentar atropellar a dos personas porque creía que una de ellas le había robado unos lentes oscuros.
“Sé que son malas decisiones”, dijo Wilkins al jurado. “Pero de todas maneras las tomo”.