BERLIN (AP) La Agencia Espacial Europea lanzó el jueves un cohete que llevará dos cubos de oro y platino a casi un millón de millas de la Tierra para que los científicos puedan ver cómo se comportan en caída libre, a un coste de más de 450 millones de dólares.
Lo que suena como una iniciativa frívola es en realidad el preludio de una misión mucho más ambiciosa que se espera mida variaciones en el espacio tiempo provocadas por agujeros negros y otros grandes objetos ocultos en los confines de la galaxia.
Estas variaciones, también conocidas como ondas gravitacionales, fueron predichas por Albert Einstein hace un siglo pero nunca se han detectado de forma directa.
Para que esa misión con lanzamiento previsto en principio para 2034 tenga éxito, la Agencia Espacial Europea primero tiene que ver si puede aislar objetos de influencias externas lo bastante bien como para medir los diminutos efectos de las ondas gravitacionales.
“Queremos ver si podemos crear un entorno en órbita que esté libre de interferencias, y si podemos realizar estas mediciones de alta precisión”, dijo Michael Menking, vicepresidente de observación de la Tierra, navegación y ciencia en Airbus Defense and Space. La empresa es el principal contratista de tecnología de la misión LISA Pathfinder.
“Tenemos una misión”, dijo el científico de proyecto Paul McNamara tras recibir la confirmación de que la sonda se había separado del cohete Vega dos horas después de su lanzamiento desde el puerto espacial de la ESA en la Guyana Francesa, a las 01:04 de la madrugada, hora local (04:04 GMT) del jueves.
Para mediados de enero, la sonda habrá alcanzado una órbita a unos 1,5 millones de kilómetros (930.000 millas) de la Tierra, donde la fuerza gravitacional del planeta se equilibra con la del sol. Entonces se dejarán caer los cubos fabricados con oro y platino para reducir su susceptibilidad a campos magnéticos dentro de una caja que los protege de partículas cósmicas y otras interferencias que puedan afectar a las mediciones realizadas por un sensible láser. El láser puede detectar movimientos de menos de 10 millonésimas de un metro.
“Nuestro mayor enemigo es la luz del sol que golpea el satélite y lo empuja”, explicó Oliver Jenrich, un científico que trabaja en la misión LISA Pathfinder.
Para contrarrestarlo, el satélite utiliza propulsores proporcionados por la NASA capaces de hacer diminutas correcciones a la posición de la sonda para mantenerla en la órbita correcta e impedir que los cubos choquen con el interior de la caja en su caída libre.
Esto debería proporcionar un aislamiento casi perfecto para medir el efecto el efecto de las ondas gravitacionales, dijo Jenrich.
Sin embargo, esta misión no medirá ninguna de esas ondas. Como los cubos de dos kilos (4,4 libras) sólo están separados por 38 centímetros, cualquier objeto lo bastante grande como para afectar a su posición relativa tendría que ser tan enorme que sería visible al ojo humano, indicó el experto.
Las medidas reales tendrán que esperar casi dos décadas a la segunda parte de la misión, apodada eLISA. El proyecto implicará tres satélites posicionados en un triángulo, a cinco millones de kilómetros de distancia entre sí. Juntos deberían poder detectar ondas gravitacionales provocadas por enormes objetos como agujeros negros supermasivos, como el que se encuentra en el centro de la Vía Láctea, y parejas de diminutas estrellas densas conocidas como enanas blancas.
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En internet:
Sitio web de la misión LISA Pathfinder: http://sci.esa.int/lisapf