El lunes, y mientras remitían las lluvias, las autoridades advirtieron de que probablemente habría nuevas evacuaciones, como ocurrió por la tarde en una de las dos localidades al este del centro de Columbia donde se rompieron sendas presas.
La gobernadora del estado, Nikki Haley, advirtió a las comunidades río debajo de que una masa de agua descendía hacia las zonas bajas de la costa y podría causar más inundaciones y desplazar a más vecinos.
“Esto no ha terminado. Sólo porque deje de llover no significa que nos hayamos librado”, dijo la gobernadora el lunes.
La geografía del estado y el escaso gasto en infraestructuras convirtieron a muchas localidades en islas cuando las carreteras se inundaron y los arroyos sobrepasaron los puentes.
Una de esas comunidades era Manning, capital del condado de Clarendon, unas 60 millas al sureste de Columbia.
“Temo que lo peor esté por venir. Tenemos una subestación eléctrica bajo el agua. No se sabe cuándo se arreglará eso”, comentó el jefe de la policía del condado, Randy Garrett.
Al menos 10 personas murieron en South Carolina desde que comenzaron las tormentas la semana pasada, y en North Carolina se registraron otras dos muertes relacionadas con el clima.
Además, unas 1.000 personas buscaron refugio en albergues y unas 40.000 se quedaron sin agua potable tras toda una semana de lluvias.
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Contribuyeron a este despacho los periodistas de Associated Press Bruce Smith en Charleston, South Carolina; Mitch Weiss en Greenville, South Carolina; Susanne M. Schafer en Columbia; Jonathan Drew en Raleigh, North Carolina; Meg Kinnard en Blythewood, South Carolina; Seth Borenstein en Washington, D.C.; y Jay Reeves en Columbia.