La sentencia, dictada por la juez Kiyo Matsumoto, supone también cinco años de libertad condicional y el pago de cerca de tres millones de dólares para tres de las víctimas.
En agosto de 2011, Granados Hernández se declaró culpable de los cargos, que lo señalaban como responsable de traficar entre octubre de 2000 y agosto de 2011 a cinco mujeres desde México, una de ellas una menor de edad, con el fin de forzarlas a la prostitución.
El sentenciado, que se quedaba con las ganancias resultantes del abuso a sus víctimas, ejerció un patrón de intimidación y violencia durante más de una década, de acuerdo con los documentos de la corte.
Esos documentos detallan que en 2005 Granados Hernández se involucró sentimentalmente con una de las víctimas cuando ésta sólo tenía 15 años de edad, y que poco tiempo después la traficó a Estados Unidos con la promesa de tener una vida en pareja.
Una vez en Estados Unidos, la víctima fue obligada con amenazas a dedicarse a la prostitución con el fin de pagar la supuesta deuda contraída por el cruce de la frontera. La explotación duró cuatro años.
Cuando tenía 15 años, él se aprovechó de mi inocencia y me mintió para que estuviera bajo su control. Me prometió una vida feliz junto a él y en cambio viví la peor pesadilla, dijo la víctima, cuya identidad no fue revelada, durante el juicio.
Destacó que para Granados Hernández, de 31 años, ella era sólo un objeto que le producía dinero, y que a él nunca le importó su sufrimiento.
La corte anunció igualmente que tres cómplices de Granados Hernández, un hermano y dos de sus primos, fueron también sentenciados a prisión por cargos similares.
Ángel Cortez Granados recibió en septiembre pasado una condena de 15 años de cárcel, en tanto que Samuel Granados Hernández y Antonio Lira Robles esperan también una sentencia mínima de 15 años en prisión.
Las sentencias se suman a los más de 20 casos de mexicanos que han sido condenados en los últimos dos años en Nueva York por traficar y prostituir a sus compatriotas.