Secta en México tenía a niños perdidos de albergue

La Procuraduría General de la República (PGR) anunció el martes que tres niños más han aparecido, con lo que aumentó a 12 el número de menores recuperados de un total de 15 que desaparecieron del albergue “Casitas del Sur”.

Un funcionario del gobierno federal dijo que los tres niños recién identificados se presentaron por sí mismos la semana pasada en las oficinas de la procuraduría en el estado de Puebla, no muy lejos de la capital mexicana. Se identificaron ellos mismos como niños que fueron sacados del albergue, si bien dos de ellos ahora son mayores de edad.

Al igual que muchos de los otros menores recuperados, habían sido dados en adopción de manera ilegal a integrantes de la congregación. Muchos de los jóvenes han manifestado su deseo de ver a sus verdaderas familias, de acuerdo con el funcionario, quien dijo que no tenía autorización para ser identificado.

La PGR indicó que miembros de un grupo religioso conocido como la Iglesia Cristiana Restaurada que administraba el albergue entregó a los menores a integrantes de la congregación para su crianza. El albergue ubicado en el sur de la Ciudad de México era usado por las autoridades de atención al menor para dar hogar a niños de familias disueltas o cuyos padres eran incapaces temporalmente de brindarles cuidados.

Para cuando algunos de esos padres solicitaron el regreso de sus hijos, éstos habían desaparecido. La policía ingresó al albergue en 2008 y decenas de niños fueron sacados del lugar, pero algunos quedaron en calidad de desaparecidos. La Iglesia ha negado cualquier implicación en las desapariciones, pero no fue posible localizar a sus líderes el martes en busca de comentarios al respecto.

No fue hasta 2009 que la procuraduría localizó al primero de los niños desaparecidos, que habían sido trasladados a varios albergues administrados por el grupo en México.

Bernardo Barranco, experto en temas religiosos, dijo que la secta se aprovechó de la falta de albergues adecuados del gobierno mexicano para jóvenes en situaciones de riesgo al ofrecer servicios bajo la apariencia de una labor filantrópica.

“Las Casitas del Sur no eran más que una fachada de un proyecto ambicioso de adoctrinamiento… a niños que estaban completamente vírgenes, indefensos, con una mente en blanco, con mucha ingenuidad y que creían en todo lo que decía la secta”, sostuvo Barranco.

Barranco recordó que, cuando las autoridades finalmente irrumpieron en el albergue, “los niños no querían salir, no querían ver la luz, no querían tener contacto con las personas, porque el mundo era perverso, era malo, y les daba miedo”.

Pese a que se han hecho varios arrestos por el caso, ha habido pocas condenas, y Margarita Griesbach, abogada por la Defensa de los Derechos de la Infancia (que llegó a representar a la familia de uno de los menores desaparecidos) dijo temer que poco haya cambiado desde que estalló el escándalo. “La responsabilidad de las autoridades es muy profunda en este caso” porque en ocasiones confiaron los niños a grupos sin seguir el procedimiento legal adecuado y sin revisar el albergue lo suficiente, dijo la abogada.

“Hoy por hoy, el personal y los procedimientos que determinan el cuidado de los niños en el albergue temporal de la procuraduría siguen generando las circunstancias que harían posible un nuevo caso de Casitas del Sur”, lamentó Griesbach.

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