El ministro ruso de relaciones exteriores Serguéi Lavrov dijo que “no había nada específico” en la evidencia presentada por Washington. “Nada de coordenadas geográficas, ni nombres, ni se demostró que las pruebas fueron hechas por los profesionales”. No dijo a qué pruebas se refería.
Estados Unidos insiste en que las tropas del presidente sirio, Bashar Al-Assad, estaban detrás del ataque con armas químicas del 21 de agosto, en el cual dice murieron más de 1.400 personas, y está considerando efectuar ataques contra su régimen. Moscú es el principal aliado de Al-Assad y su proveedor de armas, y lo ha protegido en Naciones Unidas.
Lavrov dijo que las autoridades de Estados Unidos le dijeron que no pueden compartir con él toda la evidencia porque parte de ella es confidencial. “Lo que nuestros colegas en Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia nos han mostrado en el pasado, y lo que nos han mostrado recientemente, no es convincente en lo absoluto”, dijo Lavrov en la academia de diplomacia de Rusia.
“Y cuando se les pide que den más pruebas dicen que no pueden porque todo es secreto”, añadió. El domingo, el secretario de Estado John Kerry afirmó que Estados Unidos tiene pruebas, como muestras de sangre y cabellos, de que se usó el gas sarín en el ataque perpetrado el 21 de agosto. No queda claro si esas pruebas fueron compartidas con Rusia.
Inspectores químicos de la ONU visitaron la semana pasada la zona afectada, recolectando muestras biológicas y geológicas, pero no queda claro cuándo entregarán sus conclusiones. Kerry dijo que cada vez hay más razones para lanzar un ataque militar contra Siria, y que la credibilidad de Estados Unidos está en juego.