Pues sí, es verdad: donde cabe uno caen dos, o tres, o cuatro: esa es la vida de los roomies, la tendencia que siguen miles de jóvenes y no tan jóvenes en la Ciudad de México, quienes migran hacia un modelo compartido de vida y de vivienda. ¿Pero por qué eligen esta manera de vivir? Concretamente: por economía.
Están muy bien los deseos de independencia, el querer conocer nuevas personas y recuperar el tiempo perdido en los traslados al trabajo, pero siendo tan costosas las rentas y los sueldos en promedio tan bajos…la alternativa más viable es ser compartido (aunque seguramente le agarran el gusto).
Un 65,7% lo decide para reducir costos y tener un mejor nivel de vida a precios más asequibles, según un estudio de la consultora Atlantia Search.
La ecuación es simple: El ingreso promedio de los capitalinos ha crecido en los últimos cinco años a una tasa de un 1,4% anual, mientras que las rentas han subido un 3,3% durante el mismo periodo, según datos oficiales.
El alquiler de un departamento en Ciudad de México costaba un promedio 11,600 pesos, pero actualmente se cotiza como media en 19,000 pesos. ¡Un alza de más del 63% en poco más de cuatro años!
Y esto, claro está, dibuja un escenario desalentador para un trabajador que gana alrededor de 9,000 pesos al mes, y aún más complejo para una profesionista capitalina, cuyos ingresos no superan los 7,000 pesos en promedio, según la Secretaría del Trabajo.
¿Solución? Tener roomies.
“Hay más demanda que oferta, por cada seis personas que quieren un lugar hay una que está buscando un compañero de piso“, señala Pamela Olvera, cofundadora de Dada Room, una plataforma digital para personas que quieren compartir una vivienda.
La empresa tiene presencia en seis países de Latinoamérica y ya rebasa los 500,000 usuarios. ¿La gran mayoría? Sí, “chilangos”, después de todo se trata de la ciudad más grande del mundo, ¿no?
Solo un 15% de los mexicanos creían a principios de los ochenta que la independencia era una cualidad que debía inculcarse en los jóvenes, pero ahora ese porcentaje roza el 40%, según la Encuesta Mundial de Valores.
Esa revolución cultural choca con los requisitos que se solicitan cuando se negocia un contrato de compraventa o alquiler para una sola persona: tener un aval, una antigüedad considerable en un puesto de trabajo e ingresos estables y considerables.
Las viviendas de dos o tres habitaciones, pensadas para un modelo de familia que proliferaba en los setentas y ochentas, cuando la tasa de natalidad en el país rebasaba los seis y los cuatro hijos por mujer, se adaptan mucho mejor a compartir un apartamento que a habitarlo de forma individual.
La idea de salir de casa de los padres casado y con el sueldo para mantener una familia ha dejado de ser una prioridad para gran parte de la generación millennial.
¿Y tú vives con roomies? ¿Con cuántos?