Una vasta operación de las fuerzas del orden reveló hoy los estrechos lazos entre casi un centenar de policías militares y traficantes de droga en Río de Janeiro, una ciudad sumida en un caos de seguridad y corrupción endémica.
Unos 800 oficiales de civil llevaron a cabo este jueves las detenciones de 63 policías militares y 22 traficantes de droga en Niteroi y Sao Gonçalo, dos municipios del estado de Río, por supuesta asociación con el crimen organizado.
Otros 36 oficiales de la policía militar son buscados para su arresto, lo que elevaría a 99 el número de órdenes de arresto de miembros de las fuerzas del orden en el marco de la Operación Calabar.
Se trata de la mayor operación jamás realizada en Río contra policías, la cual ha revelado además los lazos corruptos entre los traficantes y la corporación policial militar, muy criticada ya por sus abusos en el uso de la fuerza letal en operaciones en favelas.
“Hemos arrancado esas naranjas podridas”, dijo este jueves el comisario Fabio Barucke, al describir a los policías que, entre otras actividades, alquilaban armas a los traficantes, recibían sobornos para permitir la venta de droga e incluso secuestraban a los narcos para extorsionarlos y exigirles el pago de rescates.
“No queremos malos policías en nuestras filas. Si debemos excluir 90, 900 o nueve mil no importa. No los queremos en nuestra institución”, puntualizó el comandante general de la policía militar en Río de Janeiro, Wolney Dias.
La grave crisis financiera en Río de Janeiro -un estado al borde de la bancarrota y donde se especula que pueda haber una intervención federal- ha provocado un repunte de la violencia, sin precedente en años.
La víspera, una persona murió por el impacto de una granada en el barrio de Copacabana, corazón turístico de Río de Janeiro, durante una operación armada entre narcotraficantes y policías, que también dejó cinco heridos.