Las calles de la pequeña localidad colombiana albergaron durante varias horas a decenas de lugareños y visitantes que desafiando el clima, se unieron al desfile fúnebre, en un sentido homenaje al laureado escritor.
El recorrido incluyó los sitios en los cuales el Premio Nobel de Literatura 1982 vivió su infancia en Aracataca, antes de emprender el camino por Colombia y el mundo entero, que lo llevaría a la cumbre de las letras.
El acto simbólico se hizo de manera simultánea al ofrecido en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, donde al igual que en el pueblo donde nació García Márquez, hubo lágrimas de sus seguidores por su partida a la eternidad.
El cortejo pasó por la Casa Museo, que plasma los mejores recuerdos de los primeros años de vida de Gabo, antes de llegar a su última morada, en una tarde donde según sus habitantes, el cielo estaba más triste que de costumbre.
No faltaron los acordeones, que tantas alegrías dieron a García Márquez, un declarado amante del vallenato, género musical que ha caracterizado al Caribe colombiano y que por años ha trascendido las fronteras e idiomas.
Un sentido homenaje, acompañado del repique de campanas de la iglesia principal, los sonidos de la banda marcial y una lectura sin fin de sus obras, incluida su producción maestra Cien Años de Soledad.
Aracataca también le hará novena a su hijo ilustre, cuyas cenizas aguardan, pese a que su familia aún no ha decidido si reposarán en México, donde murió el jueves pasado a la edad de los 87 años.