En una tarde reciente media docena de niños cruzaron por la plaza principal cuando iban rumbo a casa tras salir de la escuela en esta comunidad enclavada en las remotas montañas del sur de México y considerada entre las más pobres del país.
Los vientres de algunos lucían un poco abultados. Sus brazos eran tan lánguidos como los de los niños más pequeños.
A unos cuantos metros, un menú colgado en la pared de un comedor comunitario instalado por el gobierno prometía atole de avena con leche y galletas, huevo con carne, arroz y agua de jamaica, una popular bebida hecha de los pétalos de una conocida flor mexicana.
Pero el comedor estaba cerrado. Cinco largas mesas lucían vacías y varias sillas de plástico estaban apiladas junto a una pared.
Los residentes del poblado dijeron que el comedor había operado de manera esporádica y el gobierno no ofreció una explicación sobre los motivos por los que en ese momento el comedor funcionando.
Poco más de un año después de que el presidente Enrique Peña Nieto lanzara lo que llamó una cruzada nacional contra el hambre, el gobierno dice que tres millones de mexicanos ahora comen mejor. Sin embargo, algunos expertos cuestionan estas cifras porque creen que no hay información precisa para medir el avance de una estrategia que, dicen, nació mal diseñada.
En visitas a tres de los comedores comunitarios que supuestamente estaban en operación en Guerrero, uno de los estados más pobres del país y donde se localiza el poblado de Cochoapa el Grande, periodistas de The Associated Press no encontraron ninguno abierto. Funcionarios estatales entrevistados dijeron que no tenían conocimiento de una cuarta cocina comunitaria supuestamente instalada en el puerto de Acapulco pese a que el gobierno federal afirma que había sido allí establecida.
México ha sufrido históricamente de altos niveles de pobreza y desigualdad económica pero Peña Nieto es el primer presidente en enfocarse específicamente en el “hambre”, que considera que es el mayor problema que padecen los más pobres del país.
Esta cruzada, enfocada de manera inicial en 400 de los más pobres y más malnutridos municipios de más de los 2.400 que hay en el país, no es un programa social en sí mismo sino una estrategia que aglutina diversas acciones sociales del gobierno ya en marcha, como las transferencias monetarias a las familias más pobres.
Lo nuevo es la iniciativa de los comedores comunitarios que buscan mejorar la alimentación de la gente.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura considera que una persona padece hambre cuando por lo menos durante un año el alimento que ingiere no cubre sus necesidades energéticas mínimas. Pero el gobierno de México ha hecho una definición más flexible al considerarla como la situación que enfrenta una persona que está en pobreza extrema y además tiene carencias alimentarias.
El mismo organismo responsable de medir el éxito de la cruzada reconoce que al menos durante otro año no habrá manera de saber con precisión si la estrategia ha cambiado la situación de los siete millones de mexicanos que el gobierno dice padecen hambre en un país que, al mismo tiempo, tiene las tasas más altas de obesidad del mundo.
“Nuestra labor será medir en campo para verificar que eso sea cierto”, dijo a la AP Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Dijo que en este momento aún “es muy difícil que haya resultados” y por eso su oficina prepara, junto con el Instituto Nacional de Estadística, un primer acopio de información en el campo en el segundo semestre de 2014 y cuyos resultados se conocerán hasta 2015.