Los restos del conquistador de Tenochtitlan, Hernán Cortés, han sido inhumados y cambiados de lugar en numerosas ocasiones por distintas causas: distintos testamentos, problemas políticos y remodelaciones de los edificios que lo albergaron.
Cortés falleció el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta, en la actual provincia de Sevilla, España, a la edad de 62 años. Supuestamente la voluntad plasmada en su último testamento, escrito días antes de fallecer, era ser enterrado en la parroquia de la población donde falleciera.
Por ello fue sepultado en una cripta familiar del monasterio de San Isidoro del Campo. Padre cuya suerte impropiamente Aqueste bajo mundo poseía Valor que nuestra edad enriquecía, Descansa ahora en paz, eternamente, decía el epitafio dedicado por su hijo Martín Cortés.
Tres años después, en 1550, argumentando falta de espacio en el monasterio, los restos del conquistador español fueron movidos de sitio por primera vez para ser puestos junto al altar de Santa Catalina en el mismo complejo monástico. Ahí permanecieron 19 años.
Pero en 1566 fue encontrado un testamento en el que Cortés pedía ser enterrado el monasterio de Coyoacán, en México, un edificio que él mandó a construir pero que nunca fue terminado.
Por ese motivo, una vez de vuelta en América, Hernán Cortés fue puesto junto con los restos de su madre Catalina Pizarro y una de sus hijas en una cripta de la iglesia de San Francisco en Texcoco, en el actual Estado de México.
En ese lugar reposó durante 63 años, hasta que los franciscanos que administraban el templo lo movieron un par de veces más, una al enterrarlo en un nicho detrás del Sagrario de iglesia, y otra para colocarlo en la parte posterior del retablo mayor donde permaneció 78 años.
Otro testamento de Cortés fue encontrado en 1794, supuestamente lo había escrito de joven; en el documento pedía ser enterrado en el templo del Hospital de la Purísima Concepción y Jesús Nazareno mejor conocido como Hospital de Jesús lugar que él fundo 1524 y donde previamente había tenido su primer encuentro con el emperador azteca Moctezuma.
Su nicho era de madera y cristal con asas de plata y pintado en la cabecera de la urna el escudo de armas, sus restos fueron trasladados con una gran ceremonia, colocaron blandones de plata sobre el sepulcro.
Sin embargo, eran los tiempos de la independencia y había un sentimiento antiespañol en la población que exigió quemar los restos del conquistador.
El 15 de septiembre de 1823, el entonces ministro Lucas Alamán y el capellán mayor del Hospital de Jesús, el doctor Joaquín Canales escondieron los restos de Cortés en una tarima dentro del nosocomio e hicieron creer a los inconformes que habían sido enviados a Italia junto con el busto y las armas de bronce de la cripta.
Posteriormente fueron depositados en un nicho secreto que se construyó en la pared del templo a un lado del monumento funerario original. Ahí permanecieron escondidos 110 años.
Aunque Lucas Alamán, presuntamente había informado a la embajada española el lugar de los restos de Cortés, el paradero se mantuvo en secreto para los mexicanos.
Fue hasta el siglo XX, en 1946, cuando historiadores del Colegio de México encontraron una copia de dicho informe y el 24 de noviembre del mismo año hallaron nuevamente al conquistador y autentificaron su identidad.
El 28 de noviembre de 1946 el presidente de México, Manuel Ávila Camacho expidió un decreto mediante el cual confirió al Instituto Nacional de Antropología e Historia la custodia de los restos mortales de Hernán Cortés.
Finalmente el 9 de julio de 1947 los restos de Hernán Cortés fueron colocados en el mismo muro de la iglesia de Jesús una placa de bronce de 1.26 m por 0.85 con el escudo de armas del conquistador.
El Hospital de Jesús sigue funcionando como tal en el número 82 de la avenida 20 de Noviembre, en el Zócalo del Distrito Federal, es considerado el nosocomio más antiguo del continente y la tumba de Cortés, en la iglesia contigua, está abierta al público. Está a un costado del metro Pino Suárez.