“Tengo confianza en su competencia como agentes del Departamento de Policía de Los Angeles para que continúen en sus funciones en su misma capacidad asignada”, declaró el jefe de la policía, Charlie Beck, en un mensaje del departamento dirigido a agentes y cuya copia obtuvo The Associated Press el miércoles en la noche. “Al final, nosotros como organización podemos aprender de este incidente y de los individuos implicados”, agregó.
Tanto el jefe de la policía como una comisión independiente concluyeron que el tiroteo de 2013 en el que resultaron heridas dos mujeres constituía una infracción a las políticas del Departamento de Policía. Los siete oficiales y un sargento podrían haber enfrentado diversas sanciones, incluido el despido.
También podrían considerarse otras medidas disciplinarias no esbozadas en el mensaje del jefe de la policía, dijo el teniente de la policía, Andrew Neiman, quien no las precisó de acuerdo a las políticas del Departamento de Policía.
El abogado Glen Jonas, que representó a las dos mujeres, que obtuvieron 4,2 millones de dólares en un arreglo extrajudicial con la ciudad, se dijo preocupado de la decisión del jefe de la policía de no despedir a ninguno de los ocho agentes. “Si alguna de las mujeres hubiera muerto, apuesto que hubieran despedido y quizá enjuiciado a alguien”, manifestó Jonas. “Fue un golpe de suerte haber hecho más de 100 disparos y no haber acertado, pero no debería implicar una relajación de las medidas disciplinarias”, apuntó.
Los sucesos tuvieron lugar después de que Christopher Dorner, un policía de Los Angeles despedido, afirmara que fue injustamente dado de baja y jurara vengarse contra otros agentes en un texto que difundió en internet.
Dorner mató a la hija de una ex agente del Departamento de Policía de Los Angeles junto con su prometido, y a dos agentes en un lapso de 10 días hasta que fue acorralado y se suicidó en una cabina montañesa que fue incendiada en el condado de San Bernardino. El tiroteo por error ocurrió el 7 de febrero de 2013 cuando los agentes vigilaban la casa de Dorner, en Torrance. La mañana de aquel día, una repartidora de periódicos lanzó un ejemplar al pavimento; un agente pensó que el sonido era un disparo y abrió fuego.
Los demás agentes, incapaces de ver con claridad hacia el vehículo, acribillaron a la camioneta pickup con 103 disparos. Siete casas y nueve vehículos más fueron alcanzados por las balas así como por perdigones de escopeta. Margie Carranza, entonces de 47, sufrió lesiones menores, y su madre, Emma Hernández, entonces de 71 años, resultó herida de bala en la espalda.