El VII Debate sobre Bilogía de la Conservación El Ártico en la encrucijada, organizado por la Fundación BBVA-Estación de Investigación Costera del Faro Cap Salines, reunió a expertos que coincidieron en que apenas se conoce la mitad de ese océano y su superficie terrestre.
El investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y la Universidad de Australia Occidental, Carlos M. Duarte, expuso que un grupo internacional de expertos trabajarán en cinco años en un programa sobre la región auspiciado por Estados Unidos.
Aclaró que la intención es que la llegada de la industria a la zona se haga mediante bases científicas que permitan una gestión sostenible, una vez que la región sea más navegable, y por eso se requiere trabajar en áreas de hielo, agua y especies que aún no son estudiadas.
Precisó que los efectos del cambio climático en la región se han adelantado a los modelos de medición de los científicos, por lo que la región sufre el deshielo en algunos de sus puntos a una velocidad más rápida de lo pronosticado.
Duarte apuntó que la pérdida de capas de hielo abre mayor oportunidad de navegación, y eso al mismo tiempo que permite una mayor investigación de campo genera más presión de la industria para adentrarse en petróleo, gas, pesca, minerales y turismo.
Enfatizó que por ejemplo algunos estudios refieren que la navegación a partir de 2040, o quizá antes, se podría abrir una ruta de navegación por el noroeste del Ártico sin utilizar sólo la actual colindante con Siberia.
Explicó que el deshielo en esa región ha generado también problemas como los reclamos territoriales de los países que conforman la región: Estados Unidos, Canadá, Groenlandia (Dinamarca), Noruega y Rusia, aunque actualmente los dos americanos son los únicos son un contencioso abierto.
Aseguró que la crisis geopolítica en Ucrania afecta la cooperación internacional de los equipos de investigación científica de los países como ocurrió con el desalojo de expertos estadunidenses de un campamento en Siberia.
Como ejemplo de la necesidad de incrementar la investigación, presentó una lámina en la que desde arriba se observan los puntos conocidos de fuerte peso del dióxido de carbono (una vez descubierto un agujero en la capa de ozono el año pasado), pero falta investigar zonas aún no exploradas. Asimismo, destacó que aún desconoce el efecto de la mayor llegada de agua dulce de los ríos de Rusia en el Ártico, que es mayor debido al deshielo.
Refirió que a pesar de ello, se conoce que es la región del mundo mejor cuidada, debido a la falta de acceso, tiene una menor acidificación del agua de lo creído, y su capacidad de absorber dióxido de carbono es mayor de la estimada.
Como último efecto político de los cambios que se prevén en un futuro en el Ártico, está la situación de Groenlandia respecto de Dinamarca, ya que hay intereses políticos internos por impulsar la independencia si su industria y economía se benefician de un nuevo escenario.
Por su parte, el investigador de la Universidad Tromso del Ártico, Noruega, Paul Wassmann, destacó que a pesar de los problemas políticos, hay aún un Consejo del Ártico, donde los investigadores han podido tener algo de avances en materia científica.
Recordó que en 2012 navegaron 36 barcos por el Ártico, en 2013 unos 100, y en 2014 podrían ser entre 300 y 400 barcos, pero no hay una legislación específica ni topografías, y apenas se trabaja en materia de salvamento y rescate. Coincidió en que el problema para reforzar la investigación en todo ello es la política de Rusia, país que tiene un tercio del Ártico que se quiere investigar.
La investigadora del Centro Ártico, de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, Dorte Krause-Jensen, explicó los estudios sobre cómo las algas crean un efecto de doble, que es por un lado la entrada de especies nuevas por ríos de agua salada y por otro de alentar la captura de CO2.
En el debate también participaron la investigadora del CSIC de España y la Universidad de Australia Occidente, Susana Agustí; y la del CSIC y Universidad de Islas Baleares, Iris Hendriks.