El gobierno del presidente Juan Manuel Santos anunció el domingo un acuerdo por el cual pequeños productores de leche levantaron bloqueos en una carretera del sur del país, pero enfrentaba otros taponamientos y reclamos por el establecimiento de mesas de negociación en otras regiones.
El ministro del Interior Fernando Carrillo firmó el domingo con delegados de los manifestantes un acuerdo para poner fin a un bloqueo vial que persistía desde el 19 de agosto en la zona de Ipiales, en el sureño departamento de Nariño, pero al mismo tiempo las autoridades de Florencia, en el también sureño departamento de Caquetá, pedían la asistencia oficial porque aquella zona está bloqueada por campesinos desde el lunes pasado.
El gobierno logró el 30 de agosto que cultivadores de papa, cebolla y productores lecheros del centro del país, en los departamento de Boyacá y Cundinamarca, accedieran a permitir el paso por esas vías –luego de fuertes choques con la policía antimotines, cacerolazos y el inicio de diálogos– y que estaban cerradas desde el inicio del paro, el 19 de agosto, pero como los pequeños productores no son un único gremio ni sus reclamos son todos iguales, el gobierno ha visto cómo algunas vías son despejadas, mientras otras o siguen cerradas o lo fueron en la última semana.
“El reclamo de esta protesta social es justa, pero ya el gobierno ha tendido la mano y ha abierto los espacios de diálogo. Hoy se va a normalizar la situación en Nariño con la firma del acuerdo”, dijo el gobernador de ese departamento, Raúl Delgado, citado en un comunicado del Ministerio del Interior sobre la firma del convenio.
Pero mientras en Nariño se lograba el despeje, en Florencia, capital de Caquetá y a unos 380 kilómetros al suroeste de la capital colombiana, las autoridades municipales pedían la asistencia del gobierno nacional para instalar una mesa de negociaciones con los líderes de al menos 7.000 campesinos, principalmente pequeños productores de carne y leche, que taponaron con palos, piedras y alambres las tres vías de acceso a aquella ciudad.
Los reclamos de los manifestantes van desde que los insumos –como vacunas para el ganado– son muy costosos, hasta los bajos precios en que venden la leche o el mal estado de las vías, así como las importaciones de productos agrícolas por tratados comerciales, explicó el domingo en diálogo telefónico José Eduardo Manjarrés, secretario de gobierno de la alcaldía de Florencia, una ciudad de unos 200.000 habitantes.
Los campesinos de la zona apoyaron desde el inicio la protesta de los cultivadores de los departamentos centrales del país, pero los bloqueos en Florencia sólo comenzaron hasta el 26 de agosto pasado y porque, de acuerdo con Manjarrés, los manifestantes se molestaron con declaraciones del gobierno en torno a que el paro nacional agrícola no existía.
Aunque en Florencia hay almacenados productos como arroz, café, entre otros, y un avión Hércules de la fuerza área transportó desde la víspera y hasta la jornada 45 toneladas de alimentos como papas y cebollas, la situación más grave es que los manifestantes no dejan salir de la ciudad los 13 camiones que a diario sacan de la ciudad hacia un botadero las 120 toneladas de basura que en promedio se generan cada día en Florencia, dijo el funcionario. Los desperdicios se están acumulando en bolsas plásticas por toda la localidad, dijo.
La policía y el ejército no han intentado desbloquear los taponamientos debido al gran número de manifestantes, dijo. Ya las autoridades municipales han entrado en contactos con el Ministerio del Interior para establecer la mesa de diálogo con los campesinos en Caquetá, dijo Manjarrés, y “hemos tratado de manejar las cosas con diálogo, no queremos que haya choques (violentos con la fuerza pública)…no queremos que suceda lo de otros municipios”.