Por Andrés Beltramo Alvarez. Enviado
Filadelfia, 26 Sep (Notimex).- El Papa Francisco llegó hoy a Filadelfia, cuna de la independencia de Estados Unidos, y en su primer discurso público instó a valorar la inmensa contribución de las mujeres, religiosas y no, a las comunidades católicas.
En el sermón de una misa, celebrada en la catedral de San Pedro y San Pablo en esta ciudad, el líder católico advirtió también que el desafío de la Iglesia es lograr que sus fieles asuman su responsabilidad y para ello debe echar mano de la creatividad pastoral.
Antes de partir de Nueva York, mientras Francisco abordaba su vuelo el viento lo hizo trastabillar y estuvo muy cerca de caer, pero logró mantenerse en pie.
En al aeropuerto de Filadelfia fue recibido por autoridades civiles y religiosas mientras de fondo una orquesta ejecutaba la melodía de la película Rocky, cuyo púgil protagonista se convirtió en un emblema de esta ciudad.
Acompañado por una numerosa escolta de seguridad, que estuvo precedida por un grupo de motocicletas policiales con banderas del Vaticano, se dirigió hacia la catedral de los San Pedro y San Pablo para la misa.
Me gusta pensar que la historia de la Iglesia en esta ciudad y en este Estado es realmente una historia que no trata solo de la construcción de muros, sino también de derribarlos, dijo al momento de su homilía, pronunciada en español.
Es una historia que nos habla de generaciones y generaciones de católicos comprometidos que han salido a las periferias y construido comunidades para el culto, la educación, la caridad y el servicio a la sociedad en general, agregó.
Más adelante estableció que uno de los grandes desafíos de la Iglesia católica en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal sobre su misión y capacitarlos para que puedan cumplirla en el mundo.
Sostuvo que eso requiere creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el legado del pasado, no solo a través del mantenimiento de las estructuras e instituciones útiles, sino -sobre todo- abriéndose a las nuevas posibilidades que surgen de la alegría del evangelio.
El Papa insistió que el reto es construir sobre los cimientos de fe que tienen los fieles, pero fomentando un sentido de colaboración y de responsabilidad compartidos en los planes de la Iglesia.
Eso, aclaró, no significa que los sacerdotes renuncien a su autoridad espiritual sino, más bien, que sepan discernir y emplear sabiamente los múltiples dones que el Espíritu derrama sobre la Iglesia.
¡Cuántos jóvenes en nuestras parroquias y escuelas tienen los mismos altos ideales, generosidad de espíritu y amor por Cristo y la Iglesia! ¿Los desafiamos? ¿Les damos espacio y les ayudamos a que realicen su cometido?, cuestionó.
¿Encontramos el modo de compartir su entusiasmo y sus dones con nuestras comunidades, sobre todo en la práctica de las obras de misericordia y en la preocupación por los demás? ¿Compartimos nuestra propia alegría y entusiasmo en el servicio al señor?, añadió.
El pontífice ponderó que todos tienen que responder lo mejor que puedan al llamado de Dios para edificar su cuerpo: la Iglesia.