Papa ofrece solidaridad con Cuba, destaca a hispanos en EEUU

En esta imagen del 10 de mayo de 2015, el papa Francisco se reúne con el presidente cubano, Raúl Castro, a la izquierda, durante una audiencia privada con el pontífice. El papa comienza el sábado 19 de septiembre de 2015 su primer viaje a Cuba y Estados Unidos, antiguos enemigos de la Guerra Fría, tras haber ayudado en el histórico acercamiento entre ambos estados.
(AP Foto/Gregorio Borgia, Pool, Archivo)
CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco inicia el sábado un viaje de 10 días a Cuba y Estados Unidos, su primera visita a los dos antiguos archienemigos de la Guerra Fría luego de que ayudara a impulsar su histórico acercamiento.

El pontífice dará una muestra de solidaridad con los cubanos y dejará en claro que los hispanos en Estados Unidos son la base de la Iglesia católica estadounidense.

La visita tendrá varias efemérides para el primer papa latinoamericano de la historia: Francisco se convertirá en el primer pontífice en hablar ante el Congreso de Estados Unidos y el primero en proclamar al primer santo en suelo estadounidense cuando canonice al controvertido misionero español Junípero Serra.

Francisco también seguirá los pasos de sus predecesores, convirtiéndose en el tercer papa en visitar Cuba en los últimos 17 años: un récord notable para cualquier país y mucho más para uno que tiene una comunidad de fieles católicos muy pequeña. Y, al igual que tres de sus predecesores, hablará ante las Naciones Unidas para impulsar su agenda sobre migración, medio ambiente y la persecución religiosa mientras lo escuchan más de un centenar de líderes mundiales.

El papa, un jesuita argentino de 78 años, navegará en aguas desconocidas en gran medida para él, pues no ha visitado ninguno de los dos países y confesó que Estados Unidos le era tan desconocido que iba a pasar el verano leyendo sobre él. Sus índices de popularidad en esa nación son altos, pero también se ha ganado detractores, en especial entre los conservadores por sus críticas a los excesos del capitalismo.

Ese mensaje le ha encantado al presidente cubano Raúl Castro, quien a principios de este año se comprometió a que si Francisco mantiene esa línea, él volvería a la Iglesia católica.

Pero el papa también ha criticado a la revolución socialista —y atea— de Cuba por considerar que les niega a los individuos su “dignidad trascendente”.

El papa salió el sábado por la mañana desde Roma en un vuelo especial de Alitalia. La visita comienza en La Habana, donde Francisco será recibido como una especie de héroe para los cubanos, que atinadamente le dan crédito de haber ayudado a restablecer las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. Francisco hizo un llamado personal a los presidentes Barack Obama y Castro el año pasado para que pusieran fin a 50 años de animosidad, y posteriormente hizo posible que el Vaticano sirviera de sede de las delegaciones cubana y estadounidense cuando ultimaban las negociaciones.

El secretario de Estado pontificio, el cardenal Pietro Parolin, dijo que la Santa Sede espera que al restablecimiento de relaciones le siga pronto la eliminación del embargo de Washington hacia la isla, al que el Vaticano siempre se ha opuesto. En la víspera de su arribo a Estados Unidos, el gobierno redujo las restricciones para que los estadounidenses puedan viajar a Cuba y simplificó los procedimientos destinados a invertir en los sectores de telefonía e Internet y enviar transferencias de dinero a la isla.

Pero un colaborador cercano del papa en el Vaticano, Guzmán Carriquiry, dijo que el objetivo fundamental de la visita de Francisco a Cuba es pastoral, no político.

“Cuando le pregunté al Santo Padre si él iba a ir a Cuba a continuar con las negociaciones entre Estados Unidos y Cuba, respondió claramente que ése no es ni el motivo ni el objetivo del viaje”, dijo Carriquiry en una rueda de prensa reciente. “El motivo del viaje es reafirmar la fe católica de los cubanos y darle ánimo a una Iglesia que ha sufrido en las últimas décadas”.

Eso no quiere decir que no habrá política en la agenda: simplemente se llevará a cabo a puerta cerrada.

Cuando se le preguntó si Francisco se iba a reunir con los disidentes cubanos o a hablar de las dificultades que enfrentan mientras está en Cuba, el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, dijo que el tema podría surgir en las discusiones privadas entre Francisco y Castro, y sus respectivos secretarios de Estado.

“Se puede hablar de los problemas de este tipo sin tener que lidiar con ellos en forma ruidosa”, dijo Lombardi.

Francisco viajará a la ciudad de Santiago en el oriente de Cuba para orar en el santuario de la patrona de Cuba y en el camino hará una escala en la ciudad de Holguín, con lo que demuestra una vez más su deseo de visitar los sitios más periféricos que suelen ser pasados por alto.

El pontífice llega a Washington el 24 de septiembre para el inicio de la etapa estadounidense de su viaje, y será recibido por la familia presidencial en la Base Andrews de la Fuerza Aérea.

La visita a Estados Unidos, planeada bastante antes de que se le añadiera la escala en Cuba, será notable por el hecho de que Francisco le está prestando mucha atención al papel de los hispanos, que representan aproximadamente el 38% de los católicos adultos en territorio estadounidense, de acuerdo con el centro de investigación CARA en la Universidad de Georgetown.

Francisco pronunciará la gran mayoría de sus discursos en su español natal, a pesar de que habla muy buen inglés. Se reunirá con inmigrantes en varias ocasiones y bendecirá una cruz de madera de especial importancia para los fieles hispanos. Su canonización de fray Junípero Serra, que construyó misiones en varias partes de California en el siglo XVIII, busca darles a los latinos católicos de la actualidad un modelo a seguir, a pesar de que los indígenas autóctonos se han opuesto a que sea hecho santo porque consideran que ayudó a eliminar a las poblaciones nativas.

Y aún más importante, se espera que Francisco haga del tema de la inmigración uno de los más destacados de su visita. El pontífice ha exhortado a los países a ser más receptivos a la llegada de inmigrantes que buscan una mejor vida, y en particular ha lamentado los sufrimientos de los migrantes que cruzan la frontera entre México y Estados Unidos, un asunto muy controversial políticamente en la campaña presidencial estadounidense.

Carriquiry, el segundo prelado de mayor rango en la comisión del Vaticano para América Latina y amigo de Francisco desde hace mucho tiempo, dijo esperar que el papa reafirme lo que los obispos estadounidenses llevan años diciendo: “Que el ministerio a los hispanos no es un añadido al así llamado ministerio tradicional centrado en los anglosajones, sino que tiene que ver con los que ya forman casi la mitad de los católicos en el país, cuya evangelización es una prioridad principal del destino del catolicismo aquí”.

Otro asunto candente que Francisco planteará es el de la libertad religiosa, luego de la legalización del matrimonio entre homosexuales en todo el país y la continua oposición de la Iglesia estadounidense al requisito de cobertura para el control de la natalidad en el plan de seguros de gastos médicos del gobierno de Obama. Sin embargo, para el papa la libertad religiosa también significa denunciar la persecución de cristianos por parte de extremistas islámicos en Oriente Medio y África.

Técnicamente, la razón del viaje es la participación de Francisco en el Encuentro Mundial de Familias, un enorme mitin católico en Filadelfia para reforzar las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio.

Se espera que los valores tradicionales de la familia ocupen un lugar destacado en la agenda del pontífice, en especial ya que el evento en Filadelfia equivale al acto inaugural de una importante y polémica reunión de los obispos del mundo en torno a asuntos de la familia —incluidos los gays y los divorciados— que comenzará una semana después de que Francisco regrese a Roma.

El arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, dijo esperar que el pontífice haga lo que sus predecesores han hecho durante sus viajes a Estados Unidos: recordarle al país su grandeza, su larga historia de darle la bienvenida a extranjeros y sus libertades, esbozadas por primera vez en Filadelfia, que formaron los fundamentos de la democracia y la sociedad estadounidense.

“Nos recordará nuestra nobleza”, afirmó Dolan durante una entrevista reciente en la arquidiócesis de la ciudad de Nueva York. “Afirmará nuestra herencia cultural y, al hacer eso, también nos recordará el imperativo moral de estar a la altura de ella”.

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La corresponsal de la AP Rachel Zoll contribuyó desde Nueva York.

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Nicole Winfield está en Twitter como: www.twitter.com/nwinfield

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