El papa Francisco reformó radicalmente el proceso para la nulidad matrimonial en la iglesia católica, permitiendo resoluciones rápidas y eliminando la apelación automática en un intento por acelerar y simplificar el procedimiento.
En el documento, el papa Francisco insiste en que el matrimonio sigue siendo una unión indisoluble y que las nuevas normas no buscan acabar con él, sino acelerar y simplificar el proceso para que los fieles puedan hallar justicia.
Dijo que el principio general de la reforma es “la salvación de las almas”.
La reforma más importante implica un nuevo procedimiento más rápido, gestionado por el propio obispo, que se puede utilizar cuando ambos cónyuges solicitan el trámite o no se oponen a él. También es válido para cuando hay pruebas que descartan la necesidad de realizar una investigación más amplia.
La medida contempla que el proceso sea completado en 45 días.
Otro cambio es la eliminación de la apelación automática después de que se toma la primera decisión. Las apelaciones todavía serán posibles, pero ya no automáticas.
La reforma también permite que el obispo local, en lugares que no tienen tribunales del matrimonio, sea juez o delegue los casos a un juez sacerdote con dos asistentes.
El papa Francisco también pidió que sean exentados los cobros, excepto por el pago “justo” al personal del tribunal.