Si mañana llegase aquí una expedición de marcianos y algunos de ellos vinieran con nosotros. Marcianos verdes, con esa nariz y esas orejas grandes, como son dibujados por los niños y uno dijera que quiere el bautismo ¿Qué cosa sucedería?, preguntó.
Respondió que los sacramentos no se deben negar a nadie y que el Espíritu no debe ser aprisionado.
El pontífice reflexionó sobre la libertad del Espíritu Santo, que sopla donde quiere y de la tentación de los creyentes de ponerle límites.
Citó a Juan XXIII, para quien es el Espíritu el que actualiza la Iglesia. ¿Cómo pueden los fieles, los sacerdotes, los obispos poner impedimentos al Espíritu? Se deben preguntar más bien ¿Quién soy yo para poner impedimentos?, agregó.
Francisco recordó que la tentación de encerrar al Espíritu existía ya en los albores de la Iglesia, como lo demuestra el pasaje de los Actos de los Apóstoles que leyó durante la misa, parte de la cual fue publicada por la Radio Vaticana.
Para explicar mejor que los sacramentos no deben ser negados a nadie, el pontífice puso el ejemplo de los marcianos.
Es el Espíritu Santo el que actualiza a la Iglesia verdaderamente. La actualiza y le permite continuar. Nosotros los cristianos debemos pedir al Señor la gracia de la docilidad del Espìritu Santo, concluyó.