En medio de un fuerte operativo de seguridad, que cerró parcialmente la Plaza de San Pedro, la delegación de Israel llegó hasta la Santa Sede e ingresó al territorio papal a través del Arco de las Campanas. En el Patio de San Damaso el mandatario fue recibido por el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gaenswein, que acompañó al grupo hasta el segundo piso del Palacio.
El pontífice y Benjamin Netanyahu tuvieron un diálogo en privado que duró 25 minutos y tuvo la presencia de un intérprete. El líder judío habló en inglés. Tras el cara a cara se pasó a la presentación de la delegación israelí, compuesta por unas 13 personas. Luego tuvo lugar un intercambio de regalos.
El primer ministro obsequió al pontífice un libro escrito por su padre, Benzion Netanyahu, titulado “Los orígenes de la Inquisición en el siglo XV” y que demuestra cómo los católicos no eran enemigos de los judíos en esa época.
El texto llevaba una dedicatoria con la siguiente frase, en inglés: “A su santidad Papa Francisco, un gran pastor de nuestra herencia común”. Cuando el mandatario entregó el libro al pontífice le dijo que su padre hablaba un perfecto español porque lo aprendió realizando aquella investigación. “Pero mi español no existe”, apuntó.
En contraparte Francisco obsequió un mosaico en forma de roseta con la cara de San Pablo. Tras despedirse del líder católico, Netanyahu se reunió, también en privado, con el “número dos” del Vaticano, el secretario de Estado Pietro Parolin.