Poco después de las 11:20 hora local (10:20 GMT) el mandatario, acompañado por una comitiva de nueve personas, llegó hasta la Sala del Troneto, la antecámara de la Biblioteca personal del pontífice. Allí ambos se saludaron. A diferencia de la costumbre, Salvador Sánchez Cerén se reunió primero (también en privado) con el número dos del Vaticano, el secretario de Estado Tarcisio Bertone. Por eso llegó después a su encuentro con Francisco, que originalmente estaba previsto para las 11:00 (09:00 GMT).
El saludo fue cordial. El presidente salvadoreño le besó el anillo y luego se dirigieron al interior de la biblioteca, donde se ubicaron ante un gran escritorio de madera. Estoy muy feliz de estar aquí, es mi primera vez en El Vaticano. Estoy muy contento porque este encuentro se da con un Papa Francisco tan amado por el pueblo de El Salvador, dijo Sánchez al inicio de su conversación.
Luego se cerraron las puertas y tuvo lugar el diálogo privado por 26 minutos, sin presencia de intérpretes. Al final tuvo lugar un intercambio de regalos.
El presidente salvadoreño obsequió al Papa un cuadro de monseñor Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo salvadoreño asesinado en 1980 mientras celebraba la misa. La pintura fue realizada por el artista Josué Villalta. Además le donó una estola, la faja de indumentaria litúrgica que usan los sacerdotes, bordada con motivos artesanales del norte de El Salvador. ¡Espero que se la ponga!, deseó Sánchez Cerén.
Por su parte Jorge Mario Bergoglio regaló un medallón de San Martín de Tours, patrono de la Ciudad de Buenos Aires. Según refirieron integrantes de la delegación salvadoreña, el presidente agradeció al Papa Francisco el impulso que este ha dado al proceso de canonización de Oscar Romero, cuyo camino a los altares se ha acelerado en los últimos meses.