Francisco formuló así su más fuerte advertencia a la delincuencia organizada el viernes en una jornada de plegaria para familiares de personas asesinadas por la mafia, durante la cual se leyeron en voz alta los nombres de 842 víctimas.
Después de manifestar su solidaridad con las familias, el pontífice dijo que no podía concluir el servicio sin hablar por los que no estaban presentes: los “protagonistas” de la violencia de la mafia.
“Esta vida que ustedes viven ahora no les dará placer. No les dará alegría ni felicidad”, afirmó.
“El dinero teñido de sangre, el poder teñido de sangre, no los podréis llevar a la próxima vida. Arrepentíos. Todavía hay tiempo para no terminar en el infierno, que es lo que os espera si seguís en este camino”, agregó.
Francisco ha hablado varias veces sobre los demonios de la corrupción y escribió un breve cuadernillo sobre corrupción y pecado en 2005, cuando era arzobispo de Buenos Aires.
Sin embargo, este fue su primer discurso importante dirigido a las víctimas de la delincuencia organizada en Italia, que se reunieron el viernes el Roma para un retiro anual organizado por un padre que se enfrentó a la mafia y que se realiza cada 21 de marzo, cuando inicia la primavera.
La brutalidad de la mafia italiana se manifestó esta semana con el asesinato de Domenico Petruzzelli, un niño de dos años y de su madre y un acompañante en el poblado sureño de Taranto. Los dos hermanos mayores de Domenico, que iban sentados en el asiento trasero, escaparon ilesos cuando una pandilla comenzó a disparar contra el vehículo donde viajaba la familia.
El papa mencionó el ataque en su mensaje del viernes e hizo un recordatorio a los mafiosos: “Tienen un padre, una madre. Piensen en ellos. Lloren un poco y cambien”.