En un discurso ante el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki Moon, y varios ejecutivos de agencias, fondos y programas de ese organismo reunidos en Roma, el Papa Francisco también hizo un llamado a la paz. Agradeció a los principales responsables del sistema internacional por los grandes esfuerzos realizados por la paz mundial y por el respeto de la dignidad humana.
También agradeció por la protección de las personas, especialmente de los más pobres o débiles, y por el desarrollo económico y social armonioso. El Papa Francisco se congratuló por los resultados de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en particular en términos de educación y disminución de la pobreza extrema.
Sin embargo, señaló que no se debe perder de vista en el mismo tiempo que los pueblos merecen y esperan frutos aún mayores, porque una parte importante de la humanidad continúa excluida de los beneficios del progreso y relegada, de hecho, a seres de segunda categoría.
Dijo que por tanto los futuros Objetivos de Desarrollo Sostenible deben ser formulados de modo que efectivamente lleguen a incidir sobre las causas estructurales de la pobreza y del hambre.
Además de que deben lograr mejoras sustanciales en materia de preservación del ambiente, garanticen un trabajo decente y útil para todos y den una protección adecuada a la familia, elemento esencial de cualquier desarrollo económico y social sostenible.
Se trata, en particular, de desafiar todas las formas de injusticia, oponiéndose a la economía de la exclusión, a la cultura del descarte y a la cultura de la muerte, que, por desgracia, podrían llegar a convertirse en una mentalidad pasivamente aceptada, subrayó Francisco.
Indicó que el espíritu que debería estar en el origen y en el fin de toda acción política y económica debe ser el narrado en el encuentro de Jesucristo con el rico Zaqueo, quien tomó una decisión radical de condivisión y de justicia cuando su conciencia fue despertada por la mirada de Jesús.
La mirada, muchas veces sin voz, de esa parte de la humanidad descartada, dejada atrás, tiene que remover la conciencia de los operadores políticos y económicos y llevarlos a decisiones magnánimas y valientes, que tengan resultados inmediatos, como aquella decisión de Zaqueo, señaló.
La conciencia de la dignidad del ser humano debe llevarnos a compartir, con gratuidad total, los bienes que la providencia divina ha puesto en nuestras manos, tanto las riquezas materiales como las de la inteligencia y del espíritu, acotó. En ese sentido, el pontífice llamó a restituir con generosidad y abundancia lo que injustamente podemos haber negado a los demás.
Resaltó que el episodio de Jesucristo y de Zaqueo muestra que por encima de los sistemas y teorías económicas y sociales se debe promover siempre una apertura generosa, eficaz y concreta a las necesidades de los demás.
Siguiendo a mis predecesores que el progreso económico y social equitativo sólo se puede obtener uniendo las capacidades científicas y técnicas con un empeño solidario constante, acompañado de una gratuidad generosa y desinteresada a todos los niveles, acotó.
Indicó que a este desarrollo equitativo contribuirán tanto la acción mundial encaminada a lograr un desarrollo humano integral en favor de todos los habitantes del planeta, como la legítima redistribución de los beneficios económicos por parte del Estado y la colaboración de la actividad económica privada y de la sociedad civil.
Por eso, mientras les aliento a continuar en este trabajo de coordinación de la actividad de los organismos internacionales, que es un servicio a todos los hombres, los invito a promover juntos una verdadera movilización ética mundial, externó.
Un movilización más allá de cualquier diferencia de credo o de opiniones políticas, que difunda y aplique un ideal común de fraternidad y solidaridad, especialmente con los más pobres y excluidos, enfatizó el Papa Francisco.
Los líderes de los organismos, fondos y agencias de la ONU, así organizaciones especializadas, están reunidos en Roma en el encuentro semestral de coordinación estratégica de la Junta de los jefes ejecutivos del sistema de las Naciones Unidas.