El Papa Francisco envió un saludo fraterno a Cuba, antes de llegar a La Habana el próximo sábado 19 de septiembre.
Voy a visitarlos para compartir la fe y la esperanza, para que nos fortalezcamos mutuamente en el seguimiento de Jesús, dijo en español e improvisando, ya que no tenía apuntes sobre la mesa donde estaba apoyado.
Me hace mucho bien y me ayuda mucho pensar en su fidelidad al Señor, en el ánimo con que afrontan las dificultades de cada día, en el amor con que se ayudan y sostienen en el camino de la vida. Gracias por ese testimonio tan valioso, agregó.
Señaló que sólo busca transmitir un mensaje sencillo, pero importante y necesario: Jesús los quiere en serio. Siguió señalando que él lleva a todos en su corazón, sabe lo que cada uno necesita y anhela, cual es el deseo más profundo de su corazón.
Insistió que Dios no abandona, que permanece junto a los seres humanos dispuesto a acogerlos, a confortarnos, a darles una nueva esperanza, una nueva esperanza y una nueva vida.
Más adelante agradeció infinitamente a los cubanos que hayan preparado su visita al país rezando, constató que la oración es necesaria para alcanzar un corazón como el de Jesús para saber amar como él, perdonar, dar esperanza, acompañar.
Subrayó que su deseo es ir a Cuba como misionero de la misericordia, de la ternura de Dios y animó también a que también los habitantes de la isla se conviertan en misioneros de ese amor infinito de Dios.
Voy a ir también al Santuario de la Virgen del Cobre como un peregrino más, como un hijo que está deseando llegar a la casa de la Madre. A Ella le confío este viaje y también le confío a todos los cubanos. Y por favor les pido que recen por mi, concluyó.