¡No se puede permanecer indiferente sabiendo que hay seres humanos comprados y vendidos como mercancías!, clamó el Papa Francisco en un mensaje enviado a los obispos de Brasil con motivo de su campaña anual de fraternidad con motivo de la Cuaresma.
En el texto Jorge Mario Bergoglio usó duros términos contra la adopción de niños para el tráfico de órganos, el engaño a las mujeres que son obligadas a prostituirse y los trabajadores que son explotados, a los cuales se les niegan todos sus derechos.
Necesitamos un profundo examen de conciencia: ¿Cuántas veces toleramos que un ser humano sea considerado como un objeto, expuesto para vender un producto o para satisfacer deseos inmorales?. La persona humana nunca tendría que comprarse y venderse como una mercancía, exhortó. Advirtió que quien usa y explota a seres humanos, aunque sea indirectamente, es cómplice de esa opresión.
Si después, se pasa al ámbito familiar, y entramos en una casa: ¡Cuántas veces la arrogancia reina allí también!. Padres que esclavizan a sus hijos; hijos que esclavizan a sus padres; cónyuges que se olvidan de su llamada a este don y se explotan como si fueran productos de consumo, desechables, disparó.
Según el pontífice parte de esta explotación se verifica cuando los ancianos no tienen lugar en la sociedad y cuando los adolescentes son marginados. Calificó esas actitudes como ataques a los valores básicos del tejido familiar y de la misma convivencia social.
Recordó que la dignidad humana es igual para todos los seres humanos y por eso cuando se pisotea la del otro, se pisotea también la propia. Espero que los cristianos y las personas de buena voluntad se comprometan para que nunca hombre o mujer, jóvenes o niños sean víctimas de la trata de seres humanos, estableció.