Cuando hay voluntad, todo es posible. O eso pensaron muchas personas cuando el papa Francisco recurrió a un nuevo aliado para prepararse para su misa planeada para este día en Bolivia.
Y es que con una misa multitudinaria por oficiar, el papa Francisco necesitaba un lugar para colocarse sus ornamentos. Y el lugar más cercano era un Burger King.
El restaurante de comida aceptó que el local fuera transformado en una sacristía para que el pontífice pudiera cambiarse el jueves antes de la misa.
El local no dio servicio debido a la eucaristía, en la cual el papa denunció la cultura del consumismo.
Poco se sabe de la organización de este momento pero todo resultó para bien ya que el papa Francisco pudo oficiar la misa sin ningún problema.