Papa Francisco: Cristianismo no se anuncia con “bastonazos inquisidores”

Esto durante el sermón de una misa que presidió la mañana de este viernes en la iglesia del Jesús de Roma, sede de su congregación, los jesuitas.

En su mensaje el pontífice recordó la figura de Pedro Fabro, el jesuita francés que fue declarado santo por él mismo hace algunos días atrás, como un hombre “incompleto” con una “santa inquietud” gracias a la cual pudo recorrer prácticamente toda Europa.

“Es la inquietud la que nos prepara a recibir el don de la fecundidad apostólica. Sin inquietud somos estériles. Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo”, indicó al hablar en italiano.

“Esta es la pregunta que debemos hacernos: ¿Tenemos también nosotros grandes visiones y empuje? ¿Somos también nosotros audaces? ¿Nuestro sueño vuela alto? ¿El celo nos devora? O ¿somos mediocres y nos contentamos con nuestras programaciones de laboratorio?”, agregó.

Pidió recordar siempre que la fuerza de la Iglesia no habita en sí misma ni en su capacidad organizativa, sino que se esconde en las “aguas profundas de Dios”, aguas que “agitan nuestros deseos y los deseos alargan el corazón”.

Puso en guardia contra la tentación, que tienen muchos, de vincular el anuncio del mensaje cristiano con “bastonazos inquisitorios” y de condena. “No, el evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor”, estableció.

Según Jorge Mario Bergoglio, los jesuitas son hombres en tensión, hombres pequeños, “egoístas, contradictorios e incoherentes, pecadores”; pero que quieren caminar bajo la mirada de Jesús, vivir una vida agitada de grandes deseos.

Afirmó que los jesuitas deben estar dispuestos a vaciarse a sí mismo, ser hombres que no deben vivir centrados en si mismos porque el centro de la Compañía de Jesús es Cristo y su Iglesia: por eso si Dios no está en el centro, la congregación se desorienta.

“Pero, como somos pecadores, podemos preguntarnos si nuestro corazón ha conservado la inquietud de la búsqueda o si, al contrario, se atrofio; si nuestro corazón está siempre en tensión: un corazón que no se acomoda, que no se cierra en sí mismo, sino que lleva el ritmo de un camino junto a todo el pueblo de Dios”, apuntó.

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