El pontífice realizó sus declaraciones durante el sermón de la misa matutina que presidió en la capilla de su residencia vaticana, la Casa Santa Marta.
Durante la homilía, Francisco reflexionó sobre un pasaje bíblico del evangelio de San Juan que incluye la frase: “Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor es perfecto en nosotros”.
Precisó que, para los católicos, el amor no significa permanecer en el espíritu del mundo, en la idolatría y en la vanidad, sino permanecer en Dios a quien, muchas veces, “lo echamos”.
“El mismo Jesús, cuando habla del amor, nos habla de cosas concretas: dar de comer a los hambrientos, visitar a los enfermos y tantas cosas concretas. El amor es concreto. La concreción cristiana”, indicó.
Sostuvo que “cuando no hay esta concreción, se puede vivir un cristianismo de ilusiones, porque no se entiende bien dónde está el centro del mensaje de Jesús“.
“Este amor no llega a ser concreto: es un amor de ilusiones, como estas ilusiones que tenían los discípulos cuando, mirando a Jesús, creían que era un fantasma”, agregó.
Según el pontífice, si se tiene el corazón endurecido no se puede amar y entonces se llega a pensar que el amor es “eso de imaginarse cosas”. Pero insistió: “No, el amor es concreto”.
Apuntó que lo primero es amar con las obras y no con las palabras porque a esas se las lleva el viento, “hoy están, mañana no están”.
Estableció que en el amor es más importante el dar que el recibir porque el que ama da cosas, da vida, se da a Dios y a los demás; mientras quien no ama y es egoísta siempre busca recibir, siempre buscar tener cosas y tener ventajas.