No se puede entender el México contemporáneo sin el aporte y la presencia del PRD en la vida política nacional, señaló la legisladora en entrevista. Este cuarto de siglo debe servir para hacer un balance serio del papel del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la lucha por la transformación democrática de México; han sido 25 años de resistencia, de lucha, de logros, de frustraciones e incluso de traiciones.
Opinó que las nuevas condiciones que enfrenta el PRD después de las elecciones de 2012 y el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a Los Pinos, imponen hacer un alto en el camino y definir la estrategia más conveniente para el partido y el país.
Dolores Padierna recordó que el punto de quiebre para el surgimiento del partido del sol azteca fueron las elecciones presidenciales de 1988 y la figura histórica de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. La senadora Dolores Padierna sostuvo que el PRD implicó para una buena parte de la izquierda romper el aislamiento y la marginalidad política, para convertirse en un partido de izquierda democrático, legal, electoral y de masas.
A partir de las elecciones de 1988, insistió, la izquierda se erigió en una verdadera alternativa de poder, una opción al proyecto neoliberal y al bipartidismo de derecha.
En el Distrito Federal, en específico, la ciudadanía ha reconocido los cambios y avances impulsados por los gobiernos perredistas y muestra de ello es que desde 1997 esa fuerza política no ha perdido la mayoría en la capital del país.
El Distrito Federal se ha consolidado así como el principal baluarte del PRD y la izquierda a nivel nacional; en el gran laboratorio donde se han llevado a la práctica diversas políticas en el terreno de la política social y las libertades democráticas, que han aterrizado en la realidad la visión transformadora y libertaria del partido, aseveró.
Ha sido también la gran catapulta para la disputa por la nación contra priistas y panistas, a los que consideró de derecha; de ahí la importancia de fortalecer un ejercicio de gobierno apegado a los principios de la izquierda, que permita avanzar en la construcción de una ciudad de derechos sociales, libertades y progreso.
Reconoció que en 2000, el PRD dio un viraje en la hegemonía interna. La llegada de Andrés Manuel López Obrador al gobierno capitalino lo proyectó como la figura central del perredismo y lo llevó a ser su candidato presidencial en 2006 y 2012. Antes, en el trienio 1996-1999, detentó la presidencia nacional partidista. Dolores Padierna abundó que los 25 años del PRD se ubican así en un contexto sumamente complejo al interior y al exterior del propio partido.
Internamente ahora el PRD está en la ruta de la renovación de sus órganos de dirección, en especial, la presidencia, la secretaría general y el Consejo Nacional, así como con el grueso de las direcciones estatales y municipales.
La elección es más que un cambio de personas o de grupos. Está en juego la línea política del partido, su perfil como oposición de izquierda y alternativa al modelo neoliberal. Están en la disputa la credibilidad, la autoridad política y moral del PRD hacia el conjunto de la sociedad”, advirtió.
Padierna Luna indicó que el PRD tiene el gran reto de consolidarse como la principal fuerza política de la izquierda a nivel nacional, lograr buenos resultados en las elecciones de 2015 y fortalecerse para la disputa por la nación en 2018.