México, 26 Nov (Notimex).- A 30 años de la muerte de su madre Lupita Pallás y su hermana Laila, el actor y productor Jorge Ortiz de Pinedo las recordó mediante una ceremonia eucarística y condenó los actos terroristas que ocurren a nivel mundial.
Lupita Pallás y Laila Ortiz de Pinedo fueron asesinadas el 24 de noviembre de 1985 durante un vuelo de Atenas, Grecia, a El Cairo, Egipto, debido a que fue secuestrado por la organización terrorista de Abu Nidal.
Un comando egipcio trató de rescatar a los pasajeros y sus seis tripulantes, pero fue inevitable y el saldo dejó un total de 70 muertos.
Acompañado de sus hijos, nietas y amistades en la Parroquia San Cosme y San Damián, de esta ciudad, Jorge Ortiz de Pinedo confesó a Notimex que a tres décadas de distancia, la tristeza sigue siendo infinita.
Ni siquiera puedo imaginar lo que ellas vivieron a bordo de la aeronave. Hace 30 años había un abandono total por parte del servicio exterior mexicano. Yo estuve unos cinco días a la deriva sin que nadie me ayudara para tratar de regresar a México los cadáveres de mi hermana y mi madre.
En aquel entonces, recordó, el embajador de México en Egipto y el de Atenas sabían que había dos mexicanas en el vuelo, pero nadie se acercó para solucionar el problema.
Había un cónsul honorario, que era un señor muy grande y ni siquiera hablaba español. Cuando llegué, la comunicación con él fue patética y desesperante porque transcurrieron cuatro o cinco días para que la embajada en Roma reaccionara y nos ayudara a recuperar los cuerpos que habían quedado en su territorio.
En la actualidad, dijo, es diferente el apoyo que otorgan las embajadas al mexicano en el extranjero. Sin embargo, es lamentable que a nivel mundial continúe la violencia como los recién ocurridos ataques en París y varios países.
Cada que acontece un evento de este tipo, señaló el artista, se le revuelve la mente y el corazón.
Me siento con angustia, impotencia y un profundo dolor. No comprendo por qué suceden estas cosas, ¿por qué asesinan a civiles inocentes? Mi madre y mi hermana eran dos seres llenos de luz y de paz, eran alegres, nunca se enojaban ni peleaban con nadie. Ellas no se merecían una muerte de esta naturaleza.
No obstante, Jorge Ortiz de Pinedo agradece a Dios la oportunidad de haberlas tenido a su lado el tiempo que haya sido.
Todos los días me acuerdo de ellas, así como de mi padre y otros seres queridos, pues aprendes a vivir con ellos aunque se vayan.
Afuera de mi habitación, en un saloncito tengo la foto de ellos y todos los días los saludo.
Además, cada año monto mi altar de muertos porque siento que ellos nos cuidan, declaró el artista al señalar que de todo esto al menos quedó algo positivo.
Pues ahora se brinda apoyo al mexicano en el extranjero. Lo vi hace poco cuando reaccionaron ante los ataques en Egipto. Pero, insisto, esto no debe suceder, hace falta tener más tolerancia, respeto y amor por nuestros semejantes, concluyó.