En un informe presentado este jueves al Consejo de Seguridad, Ban propuso transformar la Misión Internacional de Apoyo a la República Centroafricana con Liderazgo Africano (MISCA, por sus siglas en inglés) en una operación de paz de la ONU.
La intención es, además de proteger civiles, contribuir a la restauración del estado de derecho y la autoridad del Estado, así como impulsar la observancia de los derechos humanos. La nueva operación contribuiría también a monitorear las fronteras y a apoyar la distribución de asistencia humanitaria.
De acuerdo con el representante permanente de Francia ante la ONU, Gerard Araud, una resolución para autorizar un despliegue militar sería presentada al Consejo de Seguridad en las próximas semanas.
Mientras tanto, el vicesecretario de la ONU para las Operaciones de Paz, Hervé Ladsous, expresó en la reunión que aunque ha mejorado la situación en la capital, Bangui, los civiles siguen siendo asesinados por individuos y grupos armados a causa de su filiación religiosa.
Por su parte, la coordinadora de la ONU para asuntos humanitarios, Valerie Amos, destacó que la República Centroafricana está sufriendo brutalidad sectaria inaceptable, persistente inseguridad y miedo.
Apuntó que más de 650 mil personas han sido desplazadas internamente por el conflicto, de las que más de 232 mil han huido de Bangui. Asimismo, 290 mil personas han escapado a los países vecinos: Chad, la República Democrática del Congo, la República del Congo y Camerún.
A menos que la actual trayectoria sea revertida de manera urgente, los cambios sociales y demográficos que ocurren en la República Centroafricana tendrán severas y duraderas consecuencias para el país, la región y el continente, alertó Amos.
Por su parte, Antonio Guterres, alto comisionado de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), manifestó que pocas veces había experimentado en su carrera la angustia que le causó su reciente visita a la República Centroafricana. Estaba profundamente conmocionado por la barbarie, brutalidad e inhumanidad que han caracterizado la violencia que ocurre en el país, destacó el funcionario.El conflicto en la República Centroafricana comenzó luego que los rebeldes de la coalición Seleka comenzaran una ofensiva contra el gobierno en diciembre de 2012, lo que desató una espiral de violencia que cada vez ha tomado más tintes sectarios.
Los rebeldes de Seleka, musulmanes, han sido combatidos por las milicias anti-Balaka, de filiación cristiana, igual que la mayor parte de la población de la República Centroafricana. Organismos internacionales han apuntado que ambos grupos son culpables de cometer probables crímenes de guerra y de lesa humanidad. Asimismo, expertos de la ONU han alertado sobre la posibilidad de un genocidio en ese país.