En las últimas dos semanas se han registrado unos 300 movimientos telúricos, de los cuales unos 30 han sido percibidos por la población. El mayor alcanzó una magnitud 6,7 el domingo 16 de marzo, seguido de otro de 6,0 el último domingo. Los cuatro últimos rondaron una magnitud 5 el lunes por la mañana. Todos los temblores han tenido su epicentro en el mar, a unos 100 kilómetros del puerto de Iquique, ubicado a 1.800 kilómetros al norte de Santiago.
“La situación no es parte de la normalidad, se está escapando un poco de lo normal, se han mezclado una serie de sismos, que con sus réplicas hacen que todo sea un poco más complejo”, dijo el subdirector del Centro Sismológico de la Universidad de Chile, Mario Pardo, al periódico La Tercera.
Añadió que “no se puede descartar la posibilidad de que venga un sismo mayor”, aunque recordó que en el terremoto de magnitud 8,8 y posterior tsunami de febrero de 2010, que asoló seis regiones del centro-sur de Chile y dejó 526 muertos, “no hubo movimientos con anterioridad”.
En el mismo sentido, Paulina González, experta en análisis sísmico de la Universidad de Santiago de Chile, dijo a The Associated Press que aunque Iquique y sus alrededores “es una zona de ocurrencia histórica de terremotos”, la alarma de la población se debe a que es un área de “laguna sísmica o silencio sísmico” porque no se han registrado terremotos en más de un siglo. Opinó que no todos los temblores que siguieron al de magnitud 6,7 han sido réplicas pues, para serlo, deben ser inferiores en al menos un grado al evento principal.
El último terremoto en el extremo norte, del que hay huellas perceptibles, ocurrió en 1877 y fue de una magnitud cercana a 8,5, dijo la experta. “Es una zona donde debieran ocurrir sismos y no han ocurrido en mucho tiempo”, añadió.
Chile es el primer productor mundial de cobre y sus minas se concentran precisamente en el llamado norte grande -Arica, Antofagasta, Iquique, Caldera, Tocopilla y Chañaral- que bordeaba los 900.000 habitantes según el censo de 2002. Todas estas ciudades y decenas de poblados y aldeas tiene la cordillera de los Andes a su espalda, el mar al frente y en el medio el desierto de Atacama, el más seco del mundo. Según González, que tiene un magíster en ingeniería sísmica, todos los edificios que respetaron las estrictas normas sísmicas chilenas sufrirán daños pero resistirán un fuerte terremoto de magnitud 8 a 8,5.