La incertidumbre que rodea Siria penderá sobre los tres días que el mandatario estará en el extranjero y que incluyen una cumbre internacional en Rusia y una escala en Suecia. También lo hará la tensa relación de Barack Obama con el presidente ruso Vladimir Putin, quien es anfitrión de la cumbre del Grupo de los 20 y quizá quien más haya hecho para obstaculizar los esfuerzos internacionales para derrocar al líder sirio Bashar Assad.
“Es como ver un choque de trenes en cámara lenta durante casi dos años”, dijo Andrew Kuchins, experto en Rusia en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, sobre la relación Obama-Putin. “Ninguno de los dos se agrada para nada. Pienso que hay un profundo grado de falta de respeto”. Pero ese no es el único dolor de cabeza de Obama al comenzar el viaje.
El calendario lo aleja de Washington justo cuando está buscando con urgencia lograr que los legisladores apoyen una acción militar en Siria en respuesta a lo que el Gobierno de Estados Unidos dice que fue un ataque con armas químicas. Y su inesperado anuncio del fin de semana de someter la decisión de una incursión armada al Congreso pudo atizar dudas entre líderes mundiales sobre la disposición de Obama para cumplir sus amenazas contra las naciones hostiles.
Aunque Siria no está oficialmente en la agenda de la cumbre del G20, más bien enfocada en economía, representantes del gobierno de Obama dicen que el presidente ve el encuentro como una oportunidad para presionar a sus contrapartes para que apoyen una intervención militar contra el régimen sirio. Los líderes mundiales también buscarán algún indicio del presidente estadounidense sobre si planea llevar a cabo un asalto militar aun si el Congreso rechaza su propuesta, una pregunta que los colaboradores de Obama se han negado a responder. Las votaciones en la Cámara de Representantes y el Senado se prevén para la próxima semana, justo después que Obama concluya su viaje.