Barack Obama se reunirá el miércoles con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, en la ciudad de Toluca, capital del Estado de México, durante la cumbre de gobernantes de América del Norte.
La agenda entre los tres gobernantes es amplia y abarca el intercambio de mercancías entre los tres países socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), así como inmigración, energía y medidas de seguridad.
La reunión pondrá de relieve la interrelación cada vez mayor entre las tres economías 20 años después de la entrada en vigencia del NAFTA, conocido en México como TLCAN. Sin embargo, también hará patente los alcances políticos de Obama, a quien los republicanos en el Congreso le han atado de las manos en asuntos migratorios en tanto que sus correligionarios demócratas lo han hecho en asuntos comerciales.
Asimismo otras tensiones rondarán la Cumbre Norteamericana, como las derivadas de las revelaciones de que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA por sus siglas en inglés) espió a Peña Nieto antes de que fuera elegido presidente y también el correo electrónico personal del anterior gobernante mexicano, Felipe Calderón.
Sobre la relación Estados Unidos-Canadá, las autoridades canadienses han expresado frustración por la tardanza del gobierno de Obama para decidir la aprobación del oleoducto Keystone XL destinado al transporte de petróleo desde las arenas bituminosas del oeste de Canadá a 1.897 kilómetros (1.179 millas) hasta Nebraska, donde las tuberías actuales transportarían crudo a las refinerías de la costa del Golfo en Texas.
Los problemas relacionados con la NSA y el oleoducto podrían surgir durante el diálogo cara a cara que Obama tiene previsto con Peña Nieto y Harper al margen de la cumbre, aunque previsiblemente no serán un factor adverso en las conversaciones conjuntas más amplias que sostendrán los tres gobernantes.
Obama se reunió el año pasado con Peña Nieto durante su visita a México. Obama permanecerá el miércoles menos de nueve horas en el país latinoamericano. A fin de mantener la atención en el aspecto comercial del viaje, la Casa Blanca dijo que durante el trayecto a México, Barack Obama firmará una orden ejecutiva para acelerar los trámites requeridos para las transacciones internacionales. La orden simplificará el proceso de aprobación de las cargas de importación y exportación al permitir a compañías que remitan electrónicamente su documentación al gobierno federal.
Cumplidos 20 años de la entrada en vigencia del TLCAN, diversos expertos aseguran que el acuerdo necesita un ajuste ante el estado de la globalización actual y para que abarque asuntos que no se tocaron en el pacto original.
Sin embargo, en lugar de reabrir el TLCNA (NAFTA), los tres países han depositado su confianza en las negociaciones en marcha para completar la Asociación Transpacífica, un bloque comercial de 12 países del continente americano, Asia y el Pacífico.
El gobierno del presidente Barack Obama confía en que estas negociaciones queden finiquitadas para finales de año. Estados Unidos también sostiene negociaciones con la Unión Europea para un Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e Inversión. Sin embargo, como 2014 es un año electoral, Obama enfrenta la estricta reticencia de los líderes demócratas a concederle la autoridad de la “vía rápida” en asuntos comerciales.
Con la vía rápida (fast track), el Congreso estaría obligado a aceptar o rechazar los acuerdos comerciales que concertara el gobierno estadounidense sin hacerles ningún cambio.
Tanto el líder de la mayoría del Senado, Harry Reid, como la líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, han dejado claro que no desean que Obama impulse este año el tema de la vía rápida en el legislativo.
Los acuerdos comerciales han sido típicamente más populares entre los republicanos que entre los demócratas, en tanto que los grupos empresariales tienden a apoyar el retiro de barreras comerciales en los sectores donde los sindicatos temen la pérdida de puestos de trabajo. El presidente Bill Clinton enfrentó una firme oposición demócrata cuando solicitó la aprobación del NAFTA en 1993.
Durante su discurso del Estado de la Unión, Obama manifestó en enero su deseo de lograr los acuerdos comerciales. Sin embargo, desde entonces el presidente se ha concentrado en las políticas económicas internas y no ha llamado la atención hacia el comercio exterior.
Autoridades de la Casa Blanca afirmaron que el presidente dejará claro a Peña Nieto y Harper que este año deben concluir las negociaciones para el acuerdo de Asociación Transpacífico, que están más avanzadas que las que Estados Unidos sostiene con la Unión Europea.
“Continuaremos apremiando esta prioridad, como lo hemos hecho antes, conscientes, por supuesto, y reconociendo que hay puntos de vista divergentes sobre estos temas en ambos partidos, no sólo en el Demócrata”, dijo el lunes el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, cuando se le preguntó sobre la falta de apoyo al interior de esa fuerza política a la que pertenece el mandatario. Por su parte, los mexicanos que viven en México y en territorio estadounidense están ansiosos de que Estados Unidos reforme sus leyes migratorias.
El Senado de mayoría demócrata aprobó el año pasado un proyecto de ley integral que refuerza la seguridad fronteriza y provee una opción para la ciudadanía a unos 11 millones de inmigrantes que cruzaron sin permiso hacia Estados Unidos o que ya tienen sus visas vencidas.
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo desear un cambio a las leyes migratorias y anunció los principios republicanos para este objetivo, entre otros aspectos, que permitirían a los inmigrantes no autorizados a lograr la condición de legal en Estados Unidos. Sin embargo, Bohener ha dejado entrever que cualquier iniciativa al respecto tiene pocas probabilidades de que sea aprobada antes de los comicios legislativos de noviembre.
Obama podría enfrentar preguntas de Peña Nieto sobre las perspectivas para la aprobación de la reforma migratoria debido a las repercusiones económicas que este asunto tiene en ambos lados de la frontera. “Este es un aspecto que posiblemente sea más relevante para la relación Estados Unidos-México que para la relación Estados Unidos-Canadá, pero que podría surgir en la cumbre porque la movilidad laboral es un aspecto importante”, dijo Arturo Sarukhán, ex embajador de México en Estados Unidos.