El equipo que mejor sepa responder al entramado de los playoffs la noche del miércoles, al medirse en el juego de wildcards de la Liga Nacional, probablemente determinará el que viajará a San Luis para medirse a los Cardenales en la serie de divisional a partir del viernes.
Andrew McCutchen se sabe el libreto.
Hace dos años, el estelar jardinero central y el resto de los Piratas de Pittsburgh eran las nuevas atracciones del béisbol de Grandes Ligas cuando se clasificaron a los playoffs por primera vez en dos décadas.
Ahora es el turno de los Cachorros de Chicago, cuyo nuevo proyecto cobró una marcha vertiginosa entre la contratación de Joe Maddon como su nuevo manager y el debut del toletero Kris Bryant en abril.
“Han captado muchas miradas”, dijo McCutchen. “Nosotros éramos la sensación en 2013… Todos estaban atentos a nosotros… ahora todo el mundo quiere hablar de los Cachorros”.
Dos equipos que se combinaron para 195 victorias esta temporada se creen capaces de ir más lejos si logran sortear un juego en el que no hay margen de error.
Se trata de circunstancias inusuales para dos franquicias que durante la mayor parte de este siglo se intercambiaban turnos en el fondo de la división Central de la Liga Nacional.
Esos días han quedado atrás en Pittsburgh, en su tercera aparición seguida en los playoffs. Los Cachorros confían decir lo mismo en Chicago, pese a una historia de maldiciones y fiascos cabras, gatos negros y Steve Bartman y una sequía de 107 años sin ganar la Serie Mundial.
Pero los Cachorros no parecen inmutarse con nada. Están tan relajadas que su as Jake Arrieta, un candidato al Cy Young, se puso a hacer bromas e Twitter con los fanáticos de los Piratas luego que una cuenta de parodia le advirtió lo que le podía esperar en el ruidoso PNC Park.
“Lo que sea que crean sirve para mantener vivas sus esperanzas, pues sepan que no servirá de nada”, escribió Arrieta en Twitter. El derecho de 29 años lideró las mayores con 22 victorias y registró una espectacular efectividad de 0.75 tras la pausa por el Juego de Estrellas. No es que estaba garantizando una victoria, más bien saboreando un momento que no creyó iba a llegar tan rápido.
Arrieta, quien nunca supo consolidarse al iniciar su carrera con Baltimore, desplazó a Jon Lester, como el líder de la rotación de Chicago.
Cuando está en forma, Arrieta es un pitcher hermético. Los Piratas apenas pudieron darle un sencillo en la victoria 4-0 de los Cachorros el 27 de septiembre, y Arrieta apenas ha permitido cuatro carreras limpias desde el 1 de agosto.
Su confianza está por las nubes. Después de sus años difíciles con los Orioles, Arrieta simplemente maduró, hizo algunos ajustes en su mecánica y se enfoca mejor para los juegos. Se concentra en el momento, se olvida del último pitcheo.
En ese sentido, Arrieta se medirá con alguien similar en Gerrit Cole, el abridor de Pittsburgh.
A diferencia de Arrieta, Cole estuvo siempre señalado para tocarle una tarea como esta, desde el día que los Piratas le tomaron con la primera selección de draft de 2011. Se ha superado año tras años, logrando ser convocado por primera vez al Juego de Estrellas en julio y convirtiéndose en el primer lanzador de Pittsburgh con 19 victorias desde 1991.
“Respeta a todos, pero no le tiene miedo a nada”, dijo el manager de los Piratas Clint Hurdle.
Los receptores Francisco Cervelli y Chris Stewart han aprendido a detectar cuando Cole necesita ayuda en caso de un aprieto. Pero esas visitas al montículo son cada vez menos frecuentes, señal inequívoca de la consistencia de Cole y de cómo ha superado su principal debilidad.
“Cuando algo sale mal, a veces cae en una actitud negativa”, dijo Stewart. “Aprovecha esa energía y la convierte en algo positivo”.
Cualquier titubeo será magnificado ante Arrieta, cuya histórica segunda mitad impulsó a los Cachorros a un total de 97 victorias, un número que Maddon reconoce es “algo extravagante”.
Esas 97 victorias solo le sirvieron a Chicago para tener la oportunidad de lograr una más.
Después del miércoles, uno de los tres equipos con los mejores récords en las mayores verá acabada su temporada.
Justo o no, el duelo de wildcards está para cualquiera. Maddon prefiere una miniserie al mejor de tres partidos. Hurdle avala el formato actual, quizás porque se acostumbró. Los Piratas perdieron este juego el año pasado, en casa, ante los eventuales campeones Gigantes de San Francisco.
Ambos equipos se pasaron toda la campaña persiguiendo pero sin poder alcanzar a los Cardenales. Un triunfo les dará una segunda oportunidad.
“La suerte influye mucho”, dijo Cole. “Pero también influyen muchos detalles. Y el equipo que mejor lo hace es el que usualmente acaba triunfante”.