Por suerte para nosotros, los astronautas de la Estación Espacial Internacional estaban volteando en la dirección correcta y en el milisegundo adecuado cuando uno de los fenómenos atmosféricos más raros sucedió.
Los espectros rojos (Red Sprites en inglés) se tratan de enormes globos de un vibrante color rojo-anaranjado que pueden llegar a medir hasta 50 kilómetros de longitud. Bajo ellos, se extienden filamentos rojos y azulados que alcanzan hasta 30 kilómetros de altura. Casi parecen gigantescas medusas flotando perezosamente sobre nuestra atmósfera.
Su naturaleza fugaz (duran entre tres y diez milisegundos) y el hecho de que ocurran en las capas altas de la mesosfera, a alturas de hasta 90 kilómetros, han impedido que se descubrieran hasta hace muy poco. Las dos afortunadas imágenes que la tripulación acaba de tomar se han producido sobre México e Illinois.
Los espectros rojos siempre se producen sobre tormentas con potente aparato eléctrico. Se trata de un fenómeno luminoso transitorio generado por plasma ionizado por la electricidad que generan los cumulonimbos de la tormenta.