Los empleados insistían en que las figuras por 19,99 dólares más impuestos, y con un centenar vendido hasta entonces no eran comestibles.
A unas manzanas de distancia, la tienda de recuerdos The Phantom of Broadway ofrecía paraguas conmemorativos en blanco o negro por 29,99 dólares. En la misma calle, en City Souvenirs, se veían camisetas con el mensaje “Yo (corazón) al papa Francisco” por 24,99 dólares. Había imanes de varias clases, y quizá el recuerdo definitivo: un muñeco del papa al que le oscilaba la cabeza, fabricado por Royal Bobbles y que se vendía por 59,99 dólares.
“Pedí 24 y los he vendido todos menos cinco”, comentó Samir Sabir, gerente de la tienda. “A la gente le interesan mucho todos los objetos del papa. Encargaré más”.
Tanto si uno quiere adornar su frigorífico, vestirse con su apoyo al papa o protegerse de la lluvia, desde luego hay muchos productos en las tiendas y en la calle, de vendedores con y sin licencia, para ayudar a conmemorar y recordar la histórica visita del papa Francisco a Estados Unidos.
En Washington, donde el pontífice hizo su primera parada en el país, Victor Wondu vendía insignias y banderas esta semana ante la Nunciatura Apostólica, donde se alojaba el pontífice. Algunas insignias expresaban afecto por el papa, mientras que la más vendida decía “¡Yo estuve allí! Papa Francisco EEUU”. Wondy, artista independiente de District Heights, Maryland, dijo que un amigo había diseñado las insignias, que se vendían por cinco dólares cada una o tres por 10 dólares. Las banderas costaban 10 dólares.
En Filadelfia, la última ciudad que visitará el papa en su gira, Melissa y Rodney Cameron de Gardendale, Alabama, no se arriesgaron a verse sin recuerdos cuando llegue el papa el sábado.
La pareja, ambos trabajadores de banca, acudió a la ciudad con su hijo de 8 años, Connor, para el Encuentro Mundial de las Familias auspiciado por el Vaticano al que asistirá el papa. La familia desembolsó 110 dólares en una bolsa llena de recuerdos, incluidas dos tazas de café por 20 dólares cada una_, dos camisetas y un suéter.
Ni siquiera era su primera ronda de compras. Antes de eso ya habían adquirido un libro y una camiseta para su párroco, así como cinco rosarios con el perfil del papa.
“Queremos llevárselos a nuestros familiares y compartirlo con familiares que no son católicos. Es una forma de evangelizar”, explicó Rodney Cameron, que admitió que le costaba no comprar más cosas. “Probablemente yo gastaría más, pero ella me frena”, dijo señalando a su esposa.
Mary Fitzgibbon y su esposo Michael, de Tralee, en el condado de Kerry, Irlanda, gastaron unos 200 dólares en recuerdos el jueves para su gran familia, ya que tienen cinco hijos.
Entre sus compras había varias figuras pequeñas de santos. Para uno de sus hijos llevaban una camiseta con el mensaje “Soy la generación que abolirá el aborto”. Michael, que educa a los niños en su casa en Irlanda, dijo ser consciente de que esas compras eran sólo algo menor. “Conseguiremos algo de más valor intrínseco al terminar el viaje”, dijo.
Mary, una profesora de enfermería, seguía pensando en comprar una figura del papa con la cabeza oscilante. Pero sí llevaba un regalo para su esposo, un suéter con las palabras “¡Estoy enamorado de una mujer casada! (Mi esposa)” escritas en la espalda.
El vendedor Jason Thomas, de 25 años, se abrió paso el jueves a través de la multitud en la Quinta Avenida de Nueva York con un montón de productos sobre el papa colocados en un soporte de cartón que sostenía con las manos. Pronto aligeró su carga conforme vendía cintas y banderas del Vaticano por 10 dólares cada una, con una insignia de “Bienvenido a America” con la imagen del papa de regalo.
Thomas es de St. Louis, pero viaja por el país vendiendo recuerdos en actos multitudinarios, como juegos de fútbol y mítines políticos. En total, señaló, podría ingresar unos 10.000 dólares durante la visita papal.
“Soy un emprendedor en América”, dijo Thomas. “Puedo enviarle un recibo y todo”.
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Los periodistas de Associated Press Jessica Gresko en Washington, Larry Rosenthal en Filadelfia y William Mathis en Nueva York contribuyeron a este despacho.