“Con los hermanos cubanos hemos avanzado bastante en la industrialización de la coca, no tanto alimentos, sino medicamentos. Ese trabajo se ha hecho de manera silenciosa”, dijo en una rueda de prensa el miércoles en la casa de Gobierno.
Evo Morales no dio más detalles sobre el avance en las investigaciones pero dijo que los resultados servirán para fabricar fármacos en Bolivia. “Esperamos en los próximos años arrancar con la industrialización. La industria y el comercio de medicamentos está manejado por monopolios que queremos romper, no sólo industrializando la coca, sino otros productos”, dijo.
Reconoció sin embargo que fracasó en su intento de industrializar la coca en sociedad con los sindicatos cocaleros de su país. “Nosotros con nuestras fuerzas sociales (sindicatos) no hemos tenido mucho resultado, entiendo que no es sencillo”, dijo. Bolivia envió hace más de dos años unas cargas de coca para que científicos de Cuba analizarán las propiedades curativas de la planta.
Mientras Morales hacía su declaración, centenares de cocaleros llegados del norte de La Paz se dirigían en marcha hacia la embajada de Estados Unidos para acampar en los alrededores y masticar coca como lo hacen todos los años en la misma fecha en señal de desagravio a esa planta.
Morales logró hace dos años que la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de Naciones Unidas despenalizará el masticado de coca en Bolivia, una costumbre arraigada entre indígenas y sectores populares en el país.
El masticado de hojas secas de coca recién cosechada actúa como un estimulante suave que despeja el cansancio, inhibe el hambre y contrarresta el mal de montaña, pero buena parte de la producción se desvía a la cocaína y eso ha puesto a la planta en el centro del debate dentro y fuera del país. Bolivia es tercer producto de coca y cocaína después de Perú y Colombia y una parte de su producción es legal para usos tradicionales.