El periódico comentó en su espacio editorial la situación en esa nación sudamericana, donde desde principios de febrero los venezolanos han tomado las calles para protestar contra un régimen caracterizado por la mala gestión, la corrupción y el autoritarismo político.
Recordó que en 14 años, de 1999 hasta su muerte el año pasado, el expresidente Hugo Chávez noqueó -económica y socialmente- a Venezuela con una política socialista-soberanista, inspirada en el ejemplo de Cuba.
La política del desaparecido gobernante anti-imperialista permitió ayudar a una pequeña parte de la población, los más pobres de los 30 millones de venezolanos fueron beneficiados por cierta redistribución de la renta petrolera, apuntó.
Sin embargo, para el resto de los venezolanos el chavismo agotó al país, ya que la economía quedó bajo el yugo del Estado, añadió el rotativo.
Pero el sucesor de Chávez, Nicolas Maduro, lo hizo aún mejor, pues en un año, congeló la actividad económica del país, destacó y citó como ejemplo que esta semana se vio obligado a poner en marcha una tarjeta de racionamiento, igual a la que tiene Cuba desde hace medio siglo.
Excepto el petróleo, del que posee las más grandes reservas del mundo, Venezuela produce cada vez menos, importa casi todo, ayer era un país de agricultura y ganadería, hoy adquiere más de un tercio de los bienes de consumo corriente, precisó.
El diario refirió que Venezuela no tiene más divisas, sus hospitales carecen de todo, los cortes de electricidad son cada vez más frecuentes, y la inflación anual supera el 56 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Al colapso de la economía se suma la inseguridad rampante con 25 mil homicidios al año, sin contar los robos, secuestros y diversos ataques que han hecho de Caracas, por ejemplo, la ciudad más peligrosa del mundo.
Los manifestantes chocan con las milicias paramilitares del régimen, éste los acusa de burgueses, pero se equivoca -estimó Le Monde– porque detrás está todo el espectro de la sociedad venezolana que expresa su preocupación por el futuro.
Bajo la personalización del poder en exceso que encarnaba Chávez, Maduro acosa las libertades civiles, amordaza a una parte de la prensa y maltrata a toda la oposición. Con todo ello, en realidad el chavismo se convirtió en una pesadilla, concluyó.