Una imagen del Papa Juan Pablo II en 14 de marzo de 1983, con el entonces líder de la iglesia católica levantando el dedo de manera amenazante en el aeropuerto de Managua (Nicaragua) en contra de los sacerdotes que lo recibían como ministros del Gobierno sandinista movió de gran manera los cimientos de la iglesia romana, pues tocó las fibras que más le han dolido a lo largo de su historia: Los lazos políticos con la iglesia.
Entre los representantes gubernamentales que habían acudido a recibir al pontífice se encontraban el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega y dos sacerdotes: Miguel d’Escoto Borckmann, en ese entonces Ministro de Relaciones Exteriores desde el triunfo de la revolución, además del gran poeta y monje trapense, Ernesto Cardenal que era ministro de cultura.
Juan Pablo II escuchó con gesto molesto el discurso de bienvenida que realizaba en esos momentos el presidente Ortega. El Papa realizó un protocolo que no estaba dentro del programa, que era el de saludar a cada una de las personas presentes.
Curioso fue el caso cuando se posicionó frente a Ernesto Cardenal, al que le recriminó casi con gritos: “Regulariza tu posición con la Iglesia, regulariza tu posición con la Iglesia”, agitando con firmeza su mano derecha, un gesto que recorrió el mundo.
Miguel D’Escoto estuvo presente en ese evento, como anteriormente se había mencionado, en ese momento siendo el Canciller de Nicaragua, y fe rehabilitado por el Papa Francisco en un gesto de misericordia, aunque también como comprensión de la teoría de liberación.
Tras pasar más de 30 años sin realizar alguna actividad religiosa D’Escoto realizó un escrito al Papa para pedirle “poder volver a celebrar la Santa Eucaristía antes de morir“.
El Papa dio su visto bueno y calificó el acto por parte de Juan Pablo II diciendo que “fue un abuso de autoridad”.